BREVÍSIMO
Pensar y decir
ALFONSO GARCÍA
Los años ponen en evidencia, desgraciadamente, la desaparición de personas que seguramente el cariño nos había hecho creer que eran inmortales. La pena es que se hayan ido sin haber escuchado todas las manifestaciones del amor que sentíamos por ellos. Nunca deberíamos desperdiciar estas ocasiones que, además, ennoblecen a quienes las manifiestan.
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Nuestra democracia es muy limitada porque, entre otras cosas, creen poco en ella no pocos de quienes manejan sus hilos. Cuánta paradoja. Y si creen, tiene mucha facilidad para disimularlo.
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Como se puede fácilmente deducir de lo escrito en estos pensamientos, si son tales, me alegra el corazón el hecho de que sobre todo los jóvenes se hayan levantado frente a tanta injusticia y atropello. Hay que hacerse oír para que las arbitrariedades no se conviertan en norma de conducta pública. A partir de ahora, después de las elecciones, con las listas de nuestras exigencias. Muchas y muy duras. Los políticos se han adueñado de todos los espacios y decisiones y los han llenado de privilegios y arbitrariedades. Hay que poner freno, límites y condiciones. Faltaría más.
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Nuevas elecciones. Nuevo bochorno por tantos insultos, desprecios, afirmaciones sonrojantemente ofensivas y demás bajezas que confirman una pavorosa mediocridad. Hasta quieren interpretar y traducir, cuando no liderar, el descontento de la voz de la calle que tanto desprecian. Se vislumbra un poco de luz en el horizonte.
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Es un peligro decir que en democracia el voto es lo más importante. No. Lo más importante es la libertad de expresión
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La suerte nunca está echada. Está, en el mejor de los casos, agazapada en una incierta espera.