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La liturgia de las Horas de la Pasión y arte medieval

El Oficio Divino consta de ocho partes: Maitines, Laudes, Prima, Tertia, Sexta, Nona y Completas. Los Maitines u Oficio nocturno son denominados así porque durante los primeros siglos de la Iglesia se rezaban muy de madrugada, desde hacia la u

Entre los precedentes artísticos, vigas de la Pasión, en las que figuran episodios de las Horas de l

Publicado por
ÁNGELA FRANCO
León

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Más tarde empezaron a cantarse Maitines y Laudes a media noche, pero debido a la dificultad de soportar las incomodidades, se estableció su rezo en la última vigilia matutina, o sea, al apuntar la aurora. Las Laudes son llamadas así porque se componen de Salmos y Cánticos en los que resuenan incesantemente las divinas alabanzas [Laudes]. Las horas Prima , Tertia , Sexta y Nona son llamadas horas menores. La Prima debe su nombre a que se rezaba antiguamente a la primera hora del día, a la salida del sol, ad solis ortum . A las tres horas después de haber salido el sol, se rezaba Tertia , correspondiente a las nueve de la mañana, la Sexta se rezaba a las doce y la Nona a las tres de la tarde. Las Visperas también son llamadas Hora duodécima, correspondiente a las seis de la tarde. Son denominadas Lucernario, Oficio de las luces, Hora lucernaria, porque se celebraban con extraordinaria iluminación. Finalmente las Completas, como indica el propio vocablo, terminaban o completaban el Oficio divino y solían rezarse al fin del día natural, o sea, al anochecer.

Los siglos XV y XVI han proporcionado abundante documentación literaria. En 1982 se publicó el texto catalán de la Contemplació de la Passió de Nostre Senyor Jesucrist , del siglo XVI, editado por Albert Hauf. Se trata de un pequeño tratado sobre el transcurso de la pasión de Cristo, vinculado con las horas canónicas de la pasión de Cristo. Sin embargo, en siglos anteriores se rastrean referencias precisas. Entre 1121 y 1152, concretamente, fue compuesto el Bestiario de Philippe de Thaün, donde se dice: «Por eso cantan los monjes maitines al alba: entonces fue juzgado Dios, golpeado y atado, y al salir el sol los clérigos cantan prima , pues entonces resucitó Dios, que nos arrancó de la muerte. Y cantamos tercias cuando es la hora de tercia»: pues entonces fue castigado Dios, y elevado en la cruz. Y a las doce cantan los clérigos la hora de mediodía: entonces se produjo la oscuridad, cuando fue muerto en la cruz; el sol se ensombreció y no dio luz, debido a la auténtica luz del dolor que entonces sufrió Dios debido a su humanidad, no a su divinidad. Y hallamos todo esto leyendo la Pasión; recordadlo, pues tiene un profundo sentido. Cantamos nonas , porque a esa hora se retiró el espíritu, tembló la tierra y se quebrantaron las rocas de diversas formas. Recordadlo, pues tiene un profundo sentido. Y se cantan visperas al atardecer, porque entonces su cuerpo auténtico fue enterrado en el sepulcro». No es evidentemente el único texto; el tratado De meditatione passionis Christi per septem diei horas libellus, del Pseudo-Beda, es otro ejemplo señalado (PL, 94, col. 561-568).

Precedentes artísticos

En Cataluña se rastrean varios precedentes artísticos. En el Museo Nacional de Arte de Cataluña se conserva una viga de la Pasión [ biga de la Passió ], del segundo cuarto del siglo XIII. Figuran en ella seis de los episodios de las Horas de la Pasión, Prendimiento, Flagelación, Camino del Calvario, Crucifixión, Descendimiento y Llanto sobre Cristo muerto, y finaliza con la escena de las Marías ante el sepulcro después de la Resurrección. Se trata de la plasmación en imágenes del triduo pascual, es decir, los oficios del Jueves, Viernes y Sábado Santo, de acuerdo con la sucesión horaria medieval. A lo largo de la Edad Media, con el transcurso del tiempo, la Misa vespertina de la cena del Señor se fue desplazando a la mañana. Lo mismo sucedió el Viernes Santo con el oficio de la pasión y finalmente el sábado santo con la vigilia pascual, que pasó de las 11 de la noche a las nueve de la mañana del mismo Sábado.

Dicha celebración justifica la presencia del episodio de las Marías ante el sepulcro vacío. Los textos que presiden algunas escenas de las horas sugieren una referencia al mundo de la paraliturgia y su vinculación con el teatro religioso con finalidad catequética. En el Beso de Judas se ha escrito AVE RABI; en el camino del calvario Cristo es identificado por medio de las iniciales JHS, como protagonista. En cuanto a la Crucifixión va acompañada de la imprecación de los judíos, ¡y a nosotros qué nos importa! (QUID AD NOS). Aunque los cuatro evangelios lo indican, es Mateo el más cercano, con estos términos: Sanguis eius super nos, et super filios nostros (27, 25). En el Descendimiento se enfatizan las figuras de Nicodemo y José de Arimatea (NICODEMUS IOSEP). En la Lamentación de Cristo muerto es la figura de la Virgen la que adquiere protagonismo con la referencia directa como corredentora: MARIA. Finalmente la escena de las Marías ante el sepulcro se indica en el texto: ECCE IO[esus ocurrit illis dicens] (Matt. 28, 9) UBI POS[itus erat Dominus] (Matt. 28, 6).

Son abundantes las capillas funerarias construidas durante la baja Edad Media, y frecuentes los encargos de retablos con las Horas de la pasión. Las Horas de la Pasión están representadas en el retablo hispano-flamenco de la capilla de san Miguel, en la catedral de Astorga.

Los grandes personajes y fieles adinerados encargaron la construcción de capillas dentro de los recintos sagrados, como monasterios, iglesias y catedrales, para reposo de sus cuerpos y de sus familiares más allegados y eventualmente sus deudos. Sus monumentos sepulcrales están relacionados con la idea de la esperanza en la salvación. Por ello, dejaban mandas para la celebración de misas y oficios de difuntos por el eterno descanso de sus almas. En ocasiones se recurre a la representación del tema teológico por excelencia, el Credo, con el que comenzaban los testamentos. En la capilla de San Blas, en la catedral de Toledo, mandada construir por el arzobispo Pedro Tenorio, se desarrolla dicho programa con los doce artículos del Credo traducidos en imagen. Las horas de la pasión se inscriben en el dogma cristiano; no en vano se plasman en las predelas de retablos, como en el retablo de Egea de los Caballeros (Zaragoza), donde Blasco de Grañén derrochó maestría pictórica en la doble credo, que incluye asimismo los dolores de la Virgen.

Los Libros de Horas, que tanto se prodigaron en el ocaso del Medioevo, incluyen el pequeño Oficio de la Cruz, que constituye uno de los elementos secundarios de los libros y suele aparecer en casi todos. No ocupan un lugar netamente determinado; pueden hallarse después del pequeño oficio de la Virgen, de las letanías, de los sufragios, o detrás del Officium deffunctorum , como en el Libro de Horas de Luis de Orleáns. Es un oficio muy corto, donde cada una de las horas se compone de un himno, una antífona y una oración. Maitines : Prendimiento de Cristo; Prima : Cristo conducido ante Pilatos; Tercia : el pueblo judío pidió su crucifixión; Sexta : Cristo clavado en la cruz; Nona: Cristo expiró; Visperas : Descendimiento; Completas : Cristo es sepultado.

Rica en representaciones

La pintura castellana es rica en representaciones de ciclos iconográficos. Conocemos bastante bien la pintura de Burgos y Palencia, cuya labor de recopilación constituye un punto de referencia para la investigación. Muchos retablos han desaparecido, y otros se hallan parcialmente perdidos, pero las tablas conservadas ayudan frecuentemente a recomponer programas iconográficos completos. Las tablas del Prendimiento, la Crucifixión y la Piedad, del Maestro de Budapest (h. 1465/70-1495), pudieron conformar un ciclo sintético de las Horas o formar parte de un ciclo incompleto. Los pintores más destacados pintaron ciclos del mismo tema. De Alonso de Sedano se conservan las tablas de la Flagelación, Coronación, Ecce Homo , Cristo camino del Calvario, y Crucifixión, que denomino horizontal, es decir, con Cristo siendo clavado en la cruz en el suelo, en el Museo de la catedral de Burgos. De Alonso de Zamora conocemos al menos dos ciclos. En Palencia gozó de gran predicamento el Maestro Alejo, a quien se atribuye el retablo de la iglesia de Villalcázar de Sirga (h. 1500-1505), que en mi opinión conjuga las Horas de la pasión, los gozos y dolores de la Virgen con el Credo: Anunciación, Visitación, Natividad, Presentación en el templo, Jesús entre los doctores, Cena en casa de Simón, Oración de Cristo en el huerto, Flagelación, Coronación de espinas, Crucifixión horizontal, Aparición de Cristo a su Madre, Resurrección, Ascensión, Pentecostés, Asunción, Cristo Juez entre la Virgen y San Juan. Completan el programa la Misa de San Gregorio, tema vinculado también a la liturgia de difuntos, la Imposición de la casulla a San Ildefonso y varios santos.

Finalmente, estimo obligado aludir al magnífico retablo esculpido por el genial Gil de Siloe, que preside los sepulcros de Juan II y su esposa Isabel de Portugal, en la cartuja de Miraflores (Burgos). Constituye un exponente paradigmático de la representación de las fiestas mayores del Año litúrgico y conforma un paralelismo iconográfico con el Dodecaorton de los iconostasios bizantinos. El medallón central aloja las escenas correspondientes a cinco de las Horas de la Pasión. Se han tallado la Oración de Cristo en el huerto, interrumpida por el Prendimiento y traición de Judas, la Flagelación, como sustituto de los Insultos de los jueces, Cristo con la cruz a cuestas, la Crucifixión, y la Lamentación sobre Cristo muerto en síntesis con la Piedad. Se oraba así por el eterno descanso de las almas de los soberanos y otros egregios personajes por medio de la oración comunitaria del Oficio Divino. La Crucifixión preside el retablo, con Cristo en la cruz, como eje de simetría, inscrito en un gran círculo y a su derecha e izquierda respectivamente, y más abajo la Virgen y San Juan. Los ángulos exteriores están ocupados por los cuatro evangelistas, y los Santos Padres de la Iglesia: Gregorio, Ambrosio, Jerónimo y Agustín, enmarcados a derecha e izquierda por San Pedro y San Pablo, los Príncipes de la Iglesia. Éstos se emplazan fuera de las tres ruedas de ángeles que confieren un sentido eucarístico al conjunto, acentuado por el pelícano sobre la cabeza del Crucificado. La Eucaristía es el centro de la celebración eucarística, el punto focal de los ritos cristianos.

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