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Publicado por
MIGUEL LORENCI
León

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Los enamoramientos

Javier Marías. Ed. Alfaguara, Madrid, 2011. 408 pp.

Le tengo alergia a la cursilería». Palabra de Javier Marías (Madrid, 1951), primer espada de la narrativa en castellano, titular del sillón R de la RAE y que celebra con Los enamoramientos cuatro décadas de sostenida carrera literaria. Es la décimo cuarta novela de Marías y la primera con una voz femenina como narradora. Admite su autor que es una narración «pesimista y sombría» en la que explora de forma «realista» el lado oscuro del enamoramiento, un estado «no siempre deseable». Por lo común asociado a la felicidad y a la plenitud, a juicio de Marías hay en ese estado muchas más facetas grises y negras que rosas. Es al tiempo una reflexión sobre el aletargamiento de nuestra conciencia singular colectiva y nuestra creciente capacidad para aceptar la impunidad. Supone el regreso a la novela de Marías después del titánico esfuerzo de Tu rostro mañana , desafío narrativo en tres entregas que suman más de 1.600 páginas al que dedicó nueve años. Considerada como la cumbre de su carrera literaria, dejó agotado al narrador y académico. Tanto, que llegó a afirmar que con ella había cerrado su carrera, y a dar por hecho que no tenía nada más que escribir. Pero Marías se rindió de nuevo al poder de la fábula para embarcarse en Los enamoramientos , una suerte de «thriller filosófico» -“dice su editora, Pilar Reyes- contado por María Dolz, la primera narradora en una novela de Marías. Una mujer que se verá atrapada en el laberinto del enamoramiento para mostrarnos la cara menos risueña y complaciente de la enajenación amorosa. Asegura Marías haberse encontrado «cómodo» con la voz narrativa femenina. «Es una narradora verosímil que apenas se diferencia de mis narradores masculinos, aunque lleve sostén y faldas» asegura.

María Dolz forma parte de la familia, explica Marías, que no ve «grandes diferencias a la hora de narrar desde la masculinidad o la feminidad». «El argumento de que la sensibilidad es algo más femenino me parece falaz y machista. A la hora de reflexionar, observar, analizar y contar, que es lo que hace un narrador, hombres y mujeres no son distintos». Los enamoramientos es también «una reflexión sobre la impunidad». Da cuenta de «cómo cada vez más tendemos a dejar pasar las cosas, a ser más tolerantes con la impunidad, y no sólo en política». «Los fraudes masivos, los desfalcos, los crímenes ya no nos sorprenden. Tendemos a aceptarlos sin mover un dedo, a no condenarlos», lamenta el escritor, muy sarcástico con la creciente influencia en la sociedad de unos políticos «que no son ni muy sabios ni muy respetables». ¿Y qué tiene eso que ver con el enamoramiento? «Pues resulta muy difícil castigar o denunciar a aquella persona de la que se está enamorado» responde un Marías que plantea más preguntas. «Quizá nos apartáramos de la persona de la que estamos enamorados si supiéramos que es un asesino, pero ¿la denunciaríamos?». «Casi nada escandaliza ya, ni parece demasiado malo. No condenamos nada ni a título personal ni colectivo», lamenta.

Con su elaborada prosa, la novela de Marías cuestiona así que el enamoramiento, considerado casi universalmente como un estado positivo e incluso redentor que justifica las acciones nobles y desinteresadas, es también responsable de los mayores desmanes y ruindades. «El enamoramiento puede sacar lo mejor de alguien, pero también provocar los comportamientos más odiosos y hacer que en lugar de mostrar generosidad y nobleza se genere mezquindad, egoísmos o ferocidad. Por enamoramiento se pueden hacer cosas terroríficas, tanto que llego a dudar que sea un estado deseable» resume Marías, que ve en el enamoramiento «un poderoso motor de crímenes y atrocidades».

Cuestiona también el escritor que el destino y sus caprichos sean los verdaderos responsables de unas relaciones amorosas en la que manda el azar. «El destino no siempre une a las personas. Lo más normal es que nos conformemos con las sobras, con lo que anda por ahí, con quien ha quedado libre», plantea. «Y no es algo negativo; es un hecho que muchas relaciones nacen al fijarnos en alguien en quien no nos habíamos fijado antes y queda libre por un divorcio, una separación o una pérdida, o que el otro se fije en nosotros. Buscamos sustitutos para llenar los huecos que tenemos en nuestra vida. Como dice la novela, es una suerte de rifa al final del verano y a veces ponemos toda la ilusión en el premio», concluye.

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