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Notas desconocidas sobre el León de los años 20 (2)

Portada de uno de los libros de Dalmáu Carles y una página interior de otra publicación del autor ca

Publicado por
NICOLÁS MIÑAMBRES
León

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Los niños de la posguerra sufrimos carencias infinitas, pero nun ca tuvieron su reflejo en el complejo campo de los afectos. Nos educaron en el espantoso espacio (denunciable judicialmente en estos tiempos) de la letra con la sangre entra. Así nos la metieron, la letra, muy dentro de nosotros.

Y así, felizmente, la conservamos en nuestro corazón y en nuestra caligrafía, tan bella aún en muchos de nosotros. En este aprendizaje de lo bello de los trazos de la letra fue decisiva la influencia de nuestros maestros de escuela que, sin duda, bebieron afanosos los trazos de las letras en la obra de don José Dalmáu Carles.

¡Cómo olvidar títulos de modelos caligráficos tan bellos! Guía de la mujer (Editorial Paluzie, sin año de edición), El mosaico literario epistolar para ejercitar a los niños en la lectura de manuscritos (1903), la Miscelánea General de documentos varios arreglados a las leyes vigentes, usos y costumbres (1910) de don Esteban Paluzie. El titulado Lectura de manuscritos exige una mínima referencia complementaria. Se advierte en la entrada del título, después de la hoja de respeto: «Contiene estilo de cartas, modelos de facturas, pagarés y documentos útiles que pueden redactarse sin necesidad de notario ni abogado. Arreglado y publicado por Saturnino Calleja». No figura fecha de edición en el ejemplar de nuestra biblioteca, pero leemos en él: «Este libro ha sido aprobado con fecha 10 de marzo de 1888 por el Consejo de Instrucción pública, para que sirva de texto en los establecimientos públicos de primera enseñanza». ¿Cuál es su fecha de edición? Adivínelo Vargas, que decían los clásicos.

Y de repente-¦, Dalmáu Carles

Para los lectores, veteranos o provectos, de esta líneas, don José Dalmáu Carles («Profesor Normal, Director de la Escuela Nacional Graduada de la ciudad de Gerona, caballero de la R. O. de Isabel la Católica y de la Orden Civil de Alfonso XII por mérito en la enseñanza») aparece en el universo académico de los años veinte, con su obra El primer manuscrito (Dalmáu y Carles, Pla & Comp.-Editores.- Gerona, 1916). Se trata de un «Método completo de lectura». Quien esto escribe, da fe de ello. Sobre todo, da fe de lectura caligráfica, pero también humana. La obra finaliza con una «Guía para los ejercicios de reflexión», que incluye las siguientes actividades: «Consejos a una niña», «Juan de Mariana», «El ahorro y la Lotería», «Decálogo», «Don Juan Prim» (ilustre tarraconense) y un curioso «Léxico», acorde con el contenido de la obra.

España, mi Patria (obsérvese la letra versal de Patria) es epígrafe impensable en un autor catalán en estos tiempos de estupidez nacionalista. Pero era fértil referencia en los años veinte. Publicada en 1918, en Gerona (Dalmau Carles, Pla & Comp.ª Editores, 1918) este «libro quinto» («aprobado por la censura eclesiástica») con su correspondiente «nihil obstat», es una obra personal y científica. Dedicado (en una bellísima letra gótica, «A mi querido hijo José María») la obra se abre con un «Origen de este libro».

Desde su perspectiva patria, José Dalmáu Carles afirma convencido: «El arte, la historia, la literatura, las costumbres, y las bellezas naturales de nuestra Patria, han tenido siempre admiradores fervientes entre los grandes hombres que honran las ciencias y las letras de los pueblos extranjeros». Una verdad cultural tan evidente y palmaria queda avalada por el nombre de eminentes investigadores, no demasiado conocidos sin duda entre los lectores de una obra de esta condición: Wolf, Farinelli, Fastenrath, Morel Fatio, Delbosc, Merimée, Fitzmaurice Kelly -¦ «Y hasta allá, en Boston -escribe Dalmáu Carles- el ilustre maestro Jorge Ticknor, ponderando el tesoro de nuestros museos, archivos y bibliotecas, ha contribuido a erigir a Cervantes y Calderón el monumento imperecedero que la admiración del mundo ha dedicado a su memoria».

La presentación, «Origen de este libro», se cierra con un emocionado envío, efectivo aún en estos tiempos de arrebatada pasión por la informática y los audiovisuales: «Leed, leed, queridos míos, el libro sin igual de nuestro admirado y amigo inolvidable». León recibe un trato profundo e idealizado en España, mi patria , como veremos en la próxima y última entrega.

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