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Un exvoto de la Virgen de la Paloma en León

En el muro perimetral de la nave izquierda de la iglesia de san Marcelo, de León, cuelga un óleo con la representación de la Virgen de la Paloma. Aunque a primera vista no se aprecia su identidad, al aproximarme al mismo he podido leer la siguiente inscripción en capitales: DIOLE VN DE BOTO A ESTA YGLESIA DE SSAN MARZELO QUE SE LE OFREZIO EN UNA ENFERMEDAD.

Torre de San Marcelo. En el interior de esta iglesia se encuentra un exvoto de un devoto leonés que «fue curado de una enfermedad, eligió el anonimato y sólo se identifica como devoto».

Publicado por
ÁNGELA FRANCO
León

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Dicho texto me ha llevado a la convicción de que se trata de un exvoto mariano, excepcional y totalmente alejado de los exvotos convencionales. Sus dimensiones son muy notables y su buena calidad pictórica alejada del carácter popular que suele tener este tipo de representaciones evidencia un encargo de persona principal. Es copia bastante fiel del original del óleo de la Patrona de Madrid, que con más entusiasmo que fundamento se ha atribuido a Alonso Cano o a un discípulo suyo. El exvoto leonés, que siempre me ha cautivado, tan sólo se diferencia en el largo rosario cuya separación de los misterios se sustituye por borlas. El afortunado donante, que como indica, fue curado de una enfermedad, eligió el anonimato y sólo se identifica como devoto. Tampoco incluyó su retrato, que por otra parte, no siempre sucede. Sí aparece, sin embargo, representado el oferente a la Virgen de Atocha en una pintura de un anónimo madrileño del siglo XVII en el Museo Municipal de Madrid de la construcción del Ayuntamiento. No me cabe duda de que el devoto encargante del lienzo leonés conocía los dos milagros más populares referentes a la curación de sendas enfermedades en dos beneficiarios relevantes, el conde de las Torres y Fernando VII siendo todavía príncipe, los dos cantados por los poetas Andrés Casado y José Mª de Ortega-Morejón.

En el Archivo Histórico Nacional se guarda el expediente formado a instancia de Isabel Tintero, Vecina de esta Corte, sobre que se le conceda permiso para construir una capilla en la Calle de la Paloma, y colocar en ella la Imagen de Nuestra Señora de la Soledad, iniciado en 1791, y consta de 110 folios. Dicha advocación mariana era muy venerada en Madrid, y la pintura recuerda la advocación pasional por medio de la inscripción en góticas minúsculas tomada del himno Stabat Mater : «Oh quam tristis et afflicta Mater Dei Genitris», en su actual emplazamiento, la iglesia de la Paloma (parroquia de San Pedro el Real). Sobre la iconografía existen diversas versiones, la más creíble de las cuales es la de Mª Elena Gómez Moreno [ El cómo y el porqué de la Virgen de la Paloma . ABC, 27 de mayo de 1979], quien estima que es una copia tardía, de finales del siglo XVII, probablemente de la famosa escultura de Nuestra Señora de la Soledad, que labró el pintor y escultor Gaspar Becerra [autor del retablo mayor de la catedral de Astorga], por encargo de la reina Isabel de Valois, esposa de Felipe II, en 1565. La historia de dicho encargo, relatada por fray Antonio de Arcos, de los Mínimos de san Francisco de Paula, ha sido recogida por Antonio Acisclo Palomino en su biografía sobre el escultor. La imagen fue destruida durante la guerra civil. En su lugar se venera una copia en la iglesia de San Isidro.

Devoción en su propio domicilio

Artífice de la devoción a la Virgen de la Paloma fue Andrea Isabel Tintero, hija de Francisco Tintero y María de Reyes, naturales de Móstoles, de la que se conserva el acta de la dote, otorgada el 28 de enero de 1777, para contraer matrimonio. Falleció el 30 de octubre de 1813, a los 66 años de edad, siendo acreedora de ser sepultada en la Sacramental de San Isidro. Dicha honra fue consecuencia con que se premió la generosidad que manifestó hacia la Virgen de la Paloma, cuya pintura fue hallada por ella e inició la devoción en su propio domicilio. De la devoción a la Virgen de la Paloma se ha hecho eco Goya en el hermoso cuadro «Procesión de disciplinantes», actualmente en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

En 1795 culminaba la construcción de una capilla a ella dedicada, gracias a las limosnas conseguidas desde 1792.

D. Ramón Mesonero Romanos en su libro El Antiguo Madrid (1861) alude al templo en estos términos: «Y en la calle de la Paloma, se halla entre los números 21 y 23 otra pequeña, aunque preciosa capilla, construida en los últimos años del siglo pasado, por la diligencia y caridad de una piadosa muger llamada María Isabel Tintero, y con las limosnas de los fieles vecinos de aquel barrio, para colocar en ella una devota imagen de nuestra Señora de la Soledad, muy venerada en el mismo por su milagrosa virtud. Esta es la célebre efigie conocida como la Virgen de la Paloma, cuyo pequeño santuario se ve constantemente asistido del concurso de los vecinos, y sus paredes vestidas de multitud de exvotos ó piadosas ofrendas». Bastante antes de dicha fecha, se documentan, en efecto, concretamente en un documento fechado el 21 de septiembre de 1802, se alude a «la multitud de presentallas de plata colgadas en las paredes del presbiterio… la multitud de presentallas de cera colgadas a la entrada de la capilla, muletas, mortajas, ropas, trenzas de pelo y otras cosas». En el inventario de 29 de julio del año siguiente se menciona un notable tesoro compuesto de joyas y alhajas, que fueron expropiadas, pues años más tarde, el redactor del inventario de los bienes de la capilla al llegar a las alhajas y joyas, anota escuetamente: Se advierte que las demás alhajas que constan en el anterior inventario, son las que llevó el Gobierno. Los exvotos y objetos devocionales no fueron considerados valiosos, como se pone de manifiesto en diversos inventarios: en 1832 se mencionan ochenta y dos votos de plata en el presbiterio, y en el inventario más completo, de 17 de noviembre de 1857, además de describir detalladamente el retablo principal, así como varias esculturas, reseña treinta y un relicarios, unos cuantos votos pintados en tabla y en cera.

La fiesta religiosa

La fiesta religiosa de la Virgen de la Paloma quedó señalada el 9 de octubre de 1796, fecha que fue trasladada a la actual, el 15 de agosto, que se corresponde con el día de la Asunción. Resulta paradójico este cambio de fecha toda vez que la Soledad es una advocación pasional, la Virgen de los Dolores. La primera vez que se menciona la celebración de Nuestra Señora de la Soledad como gran solemnidad en la capilla es en el paquete de las primeras cuentas presentadas por Isabel Tintero a las autoridades diocesanas, que abarcan desde el 9 de octubre de 1796 al 20 de agosto de 1802. Los actos consistían en el canto de la Salve al anochecer del 14 de agosto y en la misa solemne celebrada el 15 por la mañana. Posteriormente se añadió la procesión, multitudinaria, que desapareció en el siglo pasado. Como detalle relacionado con el deporte, vale la pena indicar que María Valenciano, esposa de Santiago Bernabeu, influyó para que el Real Madrid estuviera vinculado con la imagen madrileña.

La barriada construida en torno a la capilla de Nuestra Señora de la Soledad, vulgo la Paloma, perteneció a la jurisdicción parroquial de San Andrés, hasta que por su densidad de población y su lejanía de esta iglesia, obligó a fines del siglo pasado, a independizar el territorio eclesiástico correspondiente bajo la denominación oficial de San Pedro el Real. La capilla fue derruida siendo sustituido por templo actual, cuyos planos se deben al arquitecto Álvarez Capra y la ejecución a don Dimas Rodríguez. En la sacristía se rememora el suceso del origen del lienzo de la Paloma en un gran cuadro pintado por Eugenio Oliva.

Volviendo al exvoto leonés, podría emitirse la hipótesis de que se trate de un cuadro encargado por un madrileño afincado en León o tal vez un leonés devoto de la Virgen de la Paloma. La representación, aunque repite los rasgos del original, responde más a una de las copias realizadas en el siglo XVIII, conservada en los escolapios de Madrid. A este siglo atribuyo la fecha de ejecución del exvoto de San Marcelo, cuya prestancia y brillo resaltarían con una buena limpieza, pues el tiempo ha hecho oscurecer el ya negro atuendo del que resalta la blanca toca y las borlas del rosario.

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