Diario de León
La elección de San Sebastián como «Capital Cultural Europea 2016» ha generado igualmente una lucha de intereses.

La elección de San Sebastián como «Capital Cultural Europea 2016» ha generado igualmente una lucha de intereses.

Publicado por
ALFONSO GARCÍA
León

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Decía Héctor Escobar en este periódico el pasado 6 de agosto, sin entrecomillar sus palabras ahora, que la candidatura de León como «Ciudad Literaria» debe ser una prioridad común, independientemente del color político que rija nuestros destinos. Evidentemente, aunque añadiría que trabajando la propuesta con rigor y constancia, no a base de ocurrencias de paja. Y es que parece que esos regidores de nuestros destinos están más preocupados por las luchas partidistas y personales que por el interés común, deshaciendo unos lo que hicieron otros, y viceversa –que «tanto monta…», sin ironías-, a cuenta de un pueblo pagano de caprichos y veleidades. No están los tiempos para derroches, y por eso la ciudadanía se sentirá más gratificada cuando, al menos en temas de cierto calado, se parta de acuerdos, sin rencores ni cortapisas.

Pocos días antes de la festividad de Santiago, patrón de las Españas, sin precisar fecha, aparecían igualmente en la portada de este periódico dos noticias que vienen a corroborar esta actitud. En una se hablaba de la disputa por los sueldos en la Diputación, especialmente por parte de algunos que parecen haber nacido en coche oficial y de cuyos servicios prestados, a tenor de las últimas elecciones, no parece estar muy contento el ciudadano, que no tiene en tan alta estima su aportación al bien común, del que tanto presumen, a cambio de una recompensa económica que, por supuesto, está muy por encima de su rendimiento, y que, por supuesto también, y en la mayoría de los casos no obtendrían en la brega diaria. Y a las pruebas hay que remitirse.

La segunda noticia refería la cantidad de 105.000 euros –si no es exacto el número, muy próximo- aportados por el Ministerio de Cultura para liquidar (li-qui-dar) «Leer León», esa magnífica propuesta que pronto se quedó en nada. Una más que testifica la decadencia del interés por aquello que también debería potenciarse. Si no se está convencido del asunto, el resto será siempre cantos de sirena.

La primera noticia levantó polvareda. Y aún colea. Sería largo el análisis, pero se puede pensar legítimamente que es uno de los pocos argumentos válidos en nuestro vivir diario. Bueno, no en el nuestro, sino en el de quienes mandan. A la segunda noticia, el silencio más absoluto y la indiferencia más descarnada. Dejadez. Si las hemerotecas hablaran y tuvieran solidez en las decisiones, ¿cuántos más habrían de perder el sueldo generoso?

En ésta una sencilla reflexión en voz alta sobre el hecho de que los objetivos que interesan –si es que interesan- sólo se consiguen cuando todos ponen manos a la obra y reman en la misma dirección. No sea que la Cultura, patrimonio de notables posibilidades entre nosotros, se convierta también en motivo de disputas y desavenencias. Y camino va, sobre todo cuando se intuye la riqueza que puede proporcionar y el esplendor que dé luz a ciertos protagonismos, legítimos sin duda. Algo así ha ocurrido con la «Capitalidad Cultural Europea 2016». Alcaldes de otras ciudades, no todos, gracias a la sensatez –que también existe en buenos porcentajes entre la clase política-, han puesto en entredicho, de forma injusta a mi juicio, el proyecto de San Sebastián. Ya saben por qué. En el fondo, sin haber leído y analizado el proyecto, todo parece, más que nada, un conflicto de intereses.

Me ronda desde entonces una pregunta. ¿Qué hubiese dicho, por ejemplo, el señor Belloch si su ciudad hubiese sido la agraciada en detrimento de San Sebastián, detrimento basado en razones políticas? Sólo tengo una respuesta: el sentido común y la ilusión colectiva, con todo lo que ello implica, serán buenas razones para mirar el futuro con optimismo. O con menos pesimismo al menos.

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