Sembrador en tierra
«Si entendiéramos la complejidad del Universo, la vida se mostraría más razonable y alcanzaríamos cierta madurez ideological».
Cualquiera que se defina como ateo, echará de menos en ocasiones una plegaria o un acto de fe, porque hemos nacido para creer.
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El tiempo vence al hombre en los espacios de movimiento, pero el ser humano logra vencer el tiempo cuando genera vida.
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Las comidas cotidianas en familia serán casi perfectas y muy gratificantes si en ellas hay hueco para el diálogo y la reflexión.
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Prosperar puede ser muy positivo pero también puede ejercer como un veneno activo muy dañino que puede contaminar y destruir el entorno si se aplica mal.
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Para disfrutar de la bebida es necesario un espíritu tranquilo y sosegado. Nunca será recomendable ante un problema beber para olvidar.
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El gran conquistador suele ser arrogante y reivindicar el valor y la necesidad como una forma de justificación.
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Los estudios históricos pueden ser una trágica vocación que nos lleva a perdernos en el pasado y en parte renunciar al presente.
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La cretinidad humana llega a tal nivel que justifica a
ciertos individuos que pasan media vida insultando y la otra media entrenándose para odiar.
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Una persona sin pasión y aspiraciones es lo menos recomendable para alcanzar una vida interesante, satisfactoria y en plenitud.
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Nadie, por listo que se crea, puede erigirse en árbitro de la felicidad de los demás ni en juez de sus pensamientos e ideas.
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Una extirpación de ciertas vísceras permite seguir viviendo, pero se llega a una muerte segura, cuando se amputan los sueños y los recuerdos.
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Cuando alguien llora sobre otra persona es como si la bautizara de nuevo con agua salada.
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Lo más triste para un estudiante universitario está en no ver y asimilar los verdaderos valores universalistas.
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Hay que reivindicar la palabra como medio para alcanzar la amistad, porque si lo dicho no llega al corazón, no habrá valido la pena.
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Los sentimientos y las emociones son buenos para las creencias. Los argumentos de la razón al mismo tiempo sirven para la ciencia y el conocimiento.
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Para conocer a alguien el buen camino consiste en invitarlo a comer y ser capaz al escuchar mientras cuenta su vida.
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Hay dos clases de vino: el que insulta y hace doler la cabeza y el que sirve para el placer, el amor, las caricias y procura amigos.