La arquitectura como trasfondo de la vida y del amor
La casa de cristal
Simon Mawer. Traducción de Catalina Martínez Muñoz. Tusquets Editores, Barcelona, 2011. 452 pp.
Retorno», el capítulo-preámbulo que abre la novela, tiene también condición de epílogo. En él se anticipan índices temáticos de un desenlace inesperado, planteado desde el recurso de la anagnórisis. La novela desarrolla un drama humano cuyo escenario es a un tiempo, familiar y cosmopolita. Los personajes de la familia Landauer disfrutarán durante unos años de la exquisitez que supone la casa de cristal (que el prestigioso arquitecto austriaco Rainer von Abt comienza en 1929) y sufrirán las situaciones dramáticas que impone el ascenso del nazismo. Con todo, La casa de cristal no es una novela de guerra en el sentido convencional; se trata más bien de una novela psicológica en la que los sentimientos tienen una importancia decisiva.
La apasionada relación ente Víctor y Liesel queda simbolizada materialmente en la casa de cristal, más duradera y acogedora que su propio amor. La casa es un espacio de modernidad para una relación moderna también, pero ambos elementos, el amor y la casa, sufrirán los embates de la infidelidad y del exilio respectivamente. El amor entre Viktor y Lesie, apasionado en sus comienzos, se verá deteriorado por otros escarceos personales: Víctor sucumbirá a los humildes encantos de Kata y Liesel no podrá rechazar la relación con Hana, personaje femenino de condición despreciable.
La casa de cristal se erige en el escenario inamovible, transformado por el poder político. Por ella discurren vidas de toda condición, vigilados por la presencia llamativa del abedul o la pared de ónice. La guerra provoca el exilio de los personajes, aunque nunca desaparecerán sus relaciones. El desenlace (planteado como un elemento esencial de la estructura circular de la novela) sucumbe de alguna manera a un tratamiento gratuito o, cuando menos, poco explicable. No faltan además ciertos ecos folletinescos, agudizados con el empleo de la anagnórisis.
A pesar de lo dicho, La casa de cristal presenta atractivos abundantes, tal vez porque son el reflejo de vidas cuyo desenlace está marcado por el dramatismo que impone la guerra y la condición especial de algunos seres humanos.