Sobre la inutilidad de las guerras
El faro de la mujer ausente
David Fernández Sifres. Ed. Edelvives, Zaragoza, 2011. 208 pp. Premio Alandar de Literatura Juvenil 2011. A partir de 12 años
He visto cómo un soldado mataba a una chica, se lo juro, señorita…», afirma Hugo, realmente el joven de 16 años protagonista de esta historia magnífica. El hecho tuvo lugar al lado de un faro, en el lugar de Bellmer, en la región de Normandía, que «había sido ocupada en tiempos de la Segunda Guerra Mundial por las tropas alemanas». Detrás del hecho, crece el misterio sobre una mujer que no existe, un farero que no debería serlo y un secreto oculto durante medio siglo.
Un grupo de jóvenes asiste a un curso de francés, resultado de una beca, en la indicada región de Francia. Surge entre ellos una amistad más allá de las fronteras, uno de los referentes importantes, sin duda, de la obra. Pero han de enfrentarse durante ese mes, y sin saberlo, a una historia que comenzó en 1944 «y que parece sobrepasar los límites de la razón. Una historia que ha marcado la vida de demasiadas personas. Una historia que marcará la suya y que juraron no contar. Hasta ahora».
La clave está en descifrar una palabra, tarea en la que se implican, en distinto grado y diversas perspectivas, este grupo de jóvenes. Especialmente la italiana Gabriella, cuya implicación llega hasta aparecer algunos atisbos amorosos que, dentro de la historia, acelera e intensifica la acción. Amistad, misterio, amor son ejes que pivotan sobre el asunto principal, asunto que «se cubría de tintes cada vez más oscuros».
El tono de misterio, intriga y aventura suscita un progresivo e intenso interés en el lector que, además de quedar sometido al atractivo de la historia, es fácil que concluya sobre la inutilidad de las guerras y cómo perduran durante demasiado tiempo sus consecuencias.
Teniendo en cuenta la incorporación de otras historias a la principal, resulta verdaderamente admirable lo bien estructurado que resulta el conjunto, un verdadero encaje de bolillos, si se entiende la expresión como la capacidad de redondear la obra, muy bien pensada y acabada. Añade este lector como notas para destacar la riqueza de los diálogos, el cuidado de la prosa, la perfecta creación del ambiente o el buen dibujo del perfil de los personajes.
Dicho todo esto, con la sobriedad que el espacio, limitado, permite, cualquier lector puede encontrar en estas páginas motivos suficientes para disfrutar leyendo. No se puede pedir más.