Diario de León

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Una historia felizmente disparatada

Publicado por
A. GARCÍA
León

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Cuando mi hermano se subió a un armario

Victoria Pérez Escrivá. Ilustr.: Lucía Serrano. Ed. Anaya (col. El Duende verde), Madrid, 2011. 104 pp. Premio Villa de Ibi de Narrativa Infantil 2010. A partir de 8 años

En el saludo inicial al «Querido lector» aconseja la autora: «Haz algo nuevo cada día para ver el mundo de otra manera». A buen seguro, el lector comprenderá el alcance del consejo al finalizar la lectura de este hermoso libro.

La narradora de esta historia es una niña, más joven que su hermano, que «tenía doce años y el pelo tan rubio como el sol». Pero la pregunta inicial que sin duda se hará el lector es qué diablos pinta un niño subido a un armario, que fue lo que hizo nuestro protagonista ante la falta de acuerdo con su padre: «De un salto se subió a lo alto de un armario».

Y aquí empieza la historia, fantásticamente imaginativa y felizmente disparatada.

Aunque sin confesarlo, el padre intentó subir al armario para hacer bajar a su hijo, pero no pudo. ¿Qué hacer? Rápidamente llamó a los bomberos, que, después de intentarlo, dijeron que no era misión suya. Como nuestro protagonista se había instalado en lo alto del armario y dijo que no bajaría nunca, la lógica preocupación familiar llevó a los padres hasta los periódicos: publicaron un anuncio a ver si alguien era capaz de bajar a su hijo de aquellas alturas.

Y comienza el peregrinaje hasta aquella casa de todo tipo de gente para intentarlo, con un sinfín de propuestas y extravagancias: un empujador profesional, un hombre con zancos, una mujer rota, el mismísimo ejército… Pero nada. La gente acude a la casa para contemplar a aquel personaje, ya famoso, que incluso aparece en los periódicos. «Dicen que es el que más tiempo ha aguantado encima de un armario». El propio alcalde en persona llegó al domicilio y aprovechó para dar «un discurso muy largo sobre armarios, cómodas, cajones y montañas muy altas. La gente aplaude. Están todos muy apretados».

Solo la niña Violeta, la nueva vecina, es capaz de subir al armario, precisamente el día que su habitante cumple doce años, y al que lleva «una cajita envuelta en papel de regalo». Violeta le cambió la vida, pero siguió siendo disparatada.

Desarrollada la historia a lo largo de una veintena de ágiles y breves capítulos, y con extraordinaria naturalidad en el lenguaje, estamos ante esa literatura infantil llamada del disparate, del non sense . Uno se pregunta, sin embargo, si hay más disparates en la literatura o en la vida. Lo cierto es que el lector gozará inevitablemente con la lectura de estas páginas llenas de propuestas y circunstancias insólitas, de imaginación sin límites, humor, ironía no exenta de cierta dosis crítica.

Las ilustraciones, a color, igualmente sugerentes y divertidas.

Una novela, para acabar, que se lee de un tirón y provoca la sonrisa. Posiblemente, la carcajada. Es cuestión de probar.

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