Diario de León

Publicado por
JOSÉ ENRIQUE MARTÍNEZ
León

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De emboscadas

José Antonio Martínez Álvarez. Ediciones QVE, Albacete, 2011. 52 pp.

En 1995 publicó José Antonio Martínez Celebración del miedo , en el que expresaba, en torno al miedo y al amor, sentimientos y percepciones de caducidad y deterioro. No era libro de fácil entrada, como no lo es De emboscadas , su segundo poemario, entre otras cosas por la presencia de un destinatario interno «tú» de referencia variable, pues unas veces puede estar sustituyendo al propio yo, y otras a diferentes sujetos, sea la amada, alguien que padece de Alzeihmer o un hombre enterrado en una cuneta, como sabemos por la nota final del autor, pues en otro caso tal vez la referencia quedara sin concretar para el lector. Cautela lectora, por lo tanto, que nos llevará a no forzar las puertas. Dejémonos llevar por las palabras.

Como en su primer libro, también en De emboscadas nos introduce el poeta en un ámbito existencial dominado por sentimientos poco complacientes que determinados versos van delimitando: «Te abruma el alimento de la ruina», «sólo ahora te ciegan los caminos», etc. Dentro de ese ámbito es el miedo, un miedo ambiguo, inconcreto, existencial acaso, el que acaba impregnando los poemas: «la voz con que te nombro, / fronteriza del miedo», «el óbolo del miedo» es lo que queda del día, «los cónyuges del miedo», etc., etc., expresiones a las que podrían unirse otras reiteradas en el poemario, como «ruina», «vacío» u «olvido». Paulatinamente, el tiempo y sus emboscadas irán adquiriendo presencia insoslayable. En ese ámbito hay, al menos, un agarradero vital: el amor: «Al borde de la altura / sólo una hebra fina / me agarra al precipicio», es el amor, el fuego, «el oro entre las ruinas». En este sentido hay dos hermosos poemas, el XIV y el XVIII: el primero es un tributo ardoroso al amor por encima o por debajo de temores, angustias y vacíos existenciales cifrados en la noche, pero «en medio de la noche yo te amo»; en el segundo sorprendemos un comienzo luminoso: «Es transparente tu mano, tu mano de licor con que unges mis hojas»; como luminoso y enraizado es su final: «Mi árbol crecerá junto a tu mano; / tuya será la sombra, mío el latido».

Poesía sobria es la de Martínez Álvarez. Sin embargo, junto a los poemas medidos, controlados, aparecen otros expandidos, de voz más libre, de imaginación más incierta, de sintaxis más ramificada, aunque el mundo expresado no deja de ser el mismo, la vida o el viaje con los restos del naufragio que es la vida.

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