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Publicado por
NICOLÁS MIÑAMBRES
León

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Insectalia

M.A. Morales Escudero. Ed. Hontanar, Ponferrada, 2011. 310 pp.

Sorprende que en el amplio currículum de M. A. Morales Escudero, una muestra de todos los géneros literarios, la narrativa esté representada sólo por Cuentos del durmiente. Sorprende porque Insectalia (casi una ópera prima en el campo de la narrativa) es una obra compleja, original, con un fructífero aprovechamiento literario del mundo de los insectos, protagonistas de la obra. Es obvio que se trata de una fábula cuyo trasfondo es el mundo de los humanos, pero localizado esencialmente en la faceta del homo politicus . La variada condición entomológica de los personajes se localiza en Insectalia, cuya geografía se reproduce en el mapa que abre la novela. Los distintos espacios se complementan con la descripción de los curiosos recintos en los que habitan los insectos, personajes de la obra.

La caída de la civilización de las hormigas nigricans, con sede en Dorylus, y la de las abejas melíferas, residente en Apis, supone la inevitable fragmentación en «diecisete mandarinazgos», grupos que subsisten al amparo y protección de partidos alimentados por la corrupción. Evitar la inminente destrucción de Insectalia, sólo será posible con la actuación de Apis y Dorylus, esas civilizaciones que no han sucumbido a los abundantes desmanes que campan por este espacio, en el que El Tribunal de los Grillos Verdaderos es el encargado de impartir justicia. El planteamiento de la obra supone un ingente esfuerzo creativo por parte del autor, que atribuye a los abundantes grupos de insectos condiciones relacionadas con el tópico entomológico: los partidos hegemónicos, por ejemplo, los forman las pulgas y los cardadores. Evidentemente, los que salvan el orden y la armonía de Insectalia pertenecen a esos insectos que los lectores consideran mucho más dignos, laboriosos y nobles.

El aspecto, los hábitos y su forma de actuación es todo un acierto, si bien el lector puede pensar que algunos elementos atributos al mundo animal resultan demasiado «humanos» para asignárselos a los insectos. Tal vez sea, además, excesivo su número, lo que puede provocar en ocasiones algunas dificultades en la lectura. Es posible que un dramatis personae hubiera facilitado esa comprensión, compleja en muchos pasajes, tanto por la riqueza de formas de comportamiento como por el aspecto y forma de expresarse por parte de los insectos. A pesar de todo, la originalidad de la obra no admite discusión alguna. Ni es discutible su valor simbólico del que la fábula es portadora, de hondo sentido satírico, reflejo exacto y preciso de la política actual.