Una historia escrita en clave de humor
La auténtica y genuina
Historia de León
Carlos García Valverde. Impr. Actividades Gráficas, León, 2011. 56 pp.
Es realmente curioso, insólito diría, que una historia en cómic —¿una historia cómica?— haya sido el libro—estrella de las últimas fechas en León. Al menos de temas leoneses. Tiene incluso cierta guasa, de la que nos alegramos, posiblemente porque quizá sea el humor el salvoconducto para atravesar este territorio temporal en que vivimos y que tanto se parece al disparate, por no decir que es un disparate en sí mismo. A punto de aparecer una segunda edición, hemos de afirmar, para comprender el fenómeno en su contexto, que cuando se publicó por primera vez La auténtica y genuina Historia de León (Ver Filandón , números 57 —8 de febrero de 1987— y 74 —7 de junio de 1987—), hace ya un cuarto de siglo, ocurrió prácticamente lo mismo. Quiere esto decir también que el tiempo ha cambiado poco las cosas en este sentido. O que el humor se impone. Y vuelve ahora remozada y actualizada, sobre todo por la encuadernación en cartoné y por el coloreado de sus páginas, labor que García Valverde agradece a Gerardo García y a Ángel Duro, «compañeros y amigos».
Dicho esto, es bueno advertir que esta auténtica y genuina historia arranca de cántabros y astures para, pasando por romanos, visigodos, musulmanes, reyes de León…, llegar a 1931, con la proclamación de la Segunda República. A uno le gustaría que la historia continuase y la próxima entrega de Carlos García Valverde, si es que está entre sus proyectos, llegase hasta nuestros días, porque asunto hay más que suficiente para llevar al protagonismo –y nunca mejor— actitudes, nombres, situaciones y planteamientos con que se teje la actual historia de esta tierra siempre llena de sobresaltos.
Leyendo el libro, uno se da cuenta perfectamente de cómo el autor, y según propia confesión, recurre a «la historia como pretexto para la carcajada». Detalles, acotaciones, personajes, interpretaciones –algunos pasajes son antológicos—, provocan, sin duda, la sonrisa o la risa por la finura de las observaciones, inesperadas, o por el rasgo definitorio. La prosopopeya da paso a la diversión, que, valor en sí mismo, quizá sea otra fórmula de acercarse y conocer, quién sabe. Lo que sí se sabe, porque lo dice el autor, es que «intentaba reflejar, con humor e ironía, los avatares históricos de esta noble tierra leonesa».
No es fácil, sin embargo, hablar de un libro como éste, sin duda ya referencia obligada en la bibliografía leonesa. Y es que la historia de nuestra tierra es compleja, enrevesada y difícil. Poner una mirada sobre ella, entre tierna y cachonda, llena de humor por tanto, es siempre de agradecer. El lector, el mejor crítico, tiene después la palabra. O la sonrisa.