Sembrador en tierra
«El peor invierno es el de las cocinas apagadas, las puertas abiertas, los caminos con barro y los corazones sin amor».
A la hora de la verdad haría falta un espejo que nos devuelva la imagen de lo que somos, pero, sobre todo, de lo que no hemos podido ser.
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Algunos pasan media vida diciendo tonterías y la otra media pidiendo a los demás que se las crean.
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Con lograr la madurez y la plenitud se puede identificar la estimación de la amistad por encima incluso del nivel de bienestar.
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Dar la vida por algunas ideas puede ser respetable e incluso loable, pero morir por guerras y revoluciones no se debe justificar.
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Cuando las religiones no atraen creyentes por convencimiento y catequesis, suelen hacerlo por la vía del temor, del miedo y de la amenaza.
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Los asesinos siempre procuran borrar la culpabilidad, para poder seguir viviendo y al final autojustificar su acción.
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Declarar que los imperialismos están en decadencia o en trance de extinción sólo son dichos de algunos políticos que pueden creer en los milagros.
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Las promociones y las propagandas suelen llevar implícitas ciertas trampas, opacidades o tergiversaciones, cuando no directamente mentiras.
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La independencia en la vida social es una utopía tan grande como la libertad para el pájaro enjaulado.
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Para los romanos el día más destacado como nefasto era el 18 de Julio. Y seguro que no sólo para los romanos.
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Al pedir algo siempre hay que pensar en lo que se recibe cuando se estima que la relación entre lo perdido y lo recibido es lo conveniente y equilibrado.
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El ser humano siempre busca el porqué de la muerte y por eso trata de encontrar el camino de la sabiduría y la inmortalidad.
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A veces es mejor y duele menos el insulto y la agresión que el desprecio y el sentirse ignorado.
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Lo grave no son las preferencias, sino las exclusividades; por eso se podrá elegir pero sin dogmatizar.
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Si hubiéramos cuidado la perduración del mestizaje no tendríamos tantos brotes xenófobos y racistas; no hemos aprendido de la Historia.
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El abrazo significa reencuentro de amistad y de amor y trata de procurar que no se escape la convivencia y la esperanza.
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Los locos y los cuerdos no son intercambiables porque unos y otros aplican la lógica; el problema está en definir la locura y la cordura.
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Cuando la sensatez y la utilidad marcan el gasto y el consumo se evitará el ridículo social, las envidias y las críticas.
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En la defensa de las ideas no hace falta tener razón siempre, pero sí conviene exponer con claridad los argumentos y explicar bien los contenidos.
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Si aunamos y asumimos las diversas culturas con sus valores, le ganaremos la batalla al pensamiento único y al dogmatismo irracional.
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A los enemigos hay que conocerlos bien, para poder combatirlos; a los amigos es suficiente con tenerlos cerca.
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Cada nota musical puede sonar diferente, según el ánimo de quien la escucha; de ahí que una canción se pueda convertir en pesadilla.
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Al pretender controlar el mundo somos tan pobres de espíritu que sólo pensamos en la acera de enfrente controlada por los otros.
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Prohibir genera rebeldía y protesta, pero visto a favor se encamina al entusiasmo y facilita proselitismo ciego y gratuito.
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Con el paso del tiempo el ser humano se va amoldando y pierde ángulos y aristas con el fin de que su vida y su carácter se hagan redondos, suaves y amables.
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Para administrar bien el fracaso y el éxito hace falta una buena dosis de sano equilibrio y de escepticismo.