Cerrar

Publicado por
NICOLÁS MIÑAMBRES
León

Creado:

Actualizado:

El imperio eres tú

Javier Moro. Premio Planeta 2011. Ed. Planeta, Barcelona, 2011. 554 pp.

Excesivamente extensa puede resultar en efecto a muchos lectores esta biografía de Pedro de Braganza y Borbón, Pedro I, un personaje de trayectoria vital extraordinaria, especialmente por los excesos de toda índole que en ella tuvieron lugar. Las casi seiscientas páginas recogen las vicisitudes del personaje, desde su llegada a Brasil hasta su muerte en la población portuguesa Queluz en 1834. No faltan en esta biografía detalles folletinescos y, sobre todo, truculentos. Estos últimos se inician en sus años de juventud (el cadáver de su primer hijo ilegítimo será momificado para conservarlo en su palacio) y finalizan con su muerte: su corazón, extirpado, se conservará fuera del panteón.

Los ciento cinco capítulos de la obra, dividida en nueve bloques, hacen imposible una síntesis del argumento, conformado con diversos estratos de la personalidad del protagonista a lo largo de sus años en Brasil: familiares, eróticos y políticos, sin excluir sus ataques de epilepsia. Ya en los primeros capítulos se anticipan sucesos posteriores en la vida de Pedro De Braganza. Sus peleas con su hermano Miguel, a quien siempre vence, tendrán una confirmación dramática al final de la obra en la batalla de Oporto, en la que luchan como enemigos. Interesantes resultan las relaciones con su padre, que deberá retornar a Portugal, dejando a Pedro como regente. Algo semejante ocurre en su mundo erótico, más que amoroso. El primer amor de Pedro, su amor juvenil por la francesa Noémie revivirá al final de su vida, cuando exiliado en París, conocerá a una hija. La experiencia será el comienzo de una larga serie de relaciones. Su boda con la austríaca Leopoldina de Austria (de excelsa condición humana, con quien acabará teniendo excelentes relaciones personales) y con la ambiciosa Amelia, no impiden la presencia de una larga serie de amantes, de entre las que sobresale Domitila de Castro, causa de su perdición. Sorprendente es también la relación que mantienen al final de sus días en Oporto con la humilde vendedora de loza. Ella será tal vez el mejor símbolo del amor verdadero por Pedro, ese hombre, que, muerto de saudade por su Brasil querido, «era un viejo de treinta y seis años», próximo a la muerte.

El campo de la política se desarrolla desde una perspectiva doble: como regente en Brasil para controlar los distintos sectores y como rey para conseguir la independencia de esas tierras. El triste desenlace de su abdicación lo traerá al exilio inglés, parisino después y a Portugal como destino, para reponer a su hija en el trono. La novela (de gran amenidad en muchos pasajes y con una exhaustiva documentación que descubre aspectos muy interesantes del Brasil del siglo XIX) se resiente sin embargo de una técnica narrativa demasiado tradicional, sólo aliviada por las confesiones epistolares de Leopoldina de Austria, su primera esposa.