Diario de León

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«Convertir la comida en arte es disminuirla»

l. Fernando Savater abandona la filosofía y publica la novela ‘Los invitados de la princesa’. LOS INVITADOS DE LA PRINCESAFernando SavaterPremio Primavera 2012. Espasa Narrativa. 328 páginas. 19,90 euros.

kiko huesca

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ana mendoza
León

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Hay dos clases de filósofos: los que no saben nada y los que no saben ni eso». Esa rotunda frase pertenece a la nueva novela de Fernando Savater, Los invitados de la princesa, una parodia de la vida cultural en la que el autor critica algunas «supersticiones contemporáneas», entre ellas «la gastrolatía».

«El de los cocineros es un falso arte que justifica el derroche, la cursilería, y que no exige reflexión, todo lo contrario de las artes verdaderas que siempre tienen un lado difícil, punzante», afirma Savater, que ya tiene en las librerías la novela con la que a finales de febrero ganó el Premio Primavera, dotado con 200.000 euros. Tras cuarenta años de profesor y numerosos ensayos, que lo han convertido en gran divulgador de la filosofía, Savater da «por cerrada» su faceta filosófica y quiere dedicarse de lleno a «escribir ficción», un mundo que le entusiasma y en el que le gusta «experimentar» y hacer incursiones en distintos géneros. El humor inteligente —«las tonterías me aburren mortalmente», asegura— y la ironía impregnan de principio a fin la nueva novela de Savater, publicada por Espasa y en la que el escritor refleja muchas de sus obsesiones y neuras. Y no faltan en ella sus «dos grandes pasiones: los libros y los caballos». En esa crítica del mundillo académico y cultural que es la novela, Xabi Mendia, periodista de El Mundo Vasco, acude al congreso internacional Festín de la cultura, que se celebra en la isla de Santa Clara, un pequeño país de América Latina. La erupción del volcán Ireneo obliga a cerrar el espacio aéreo y los congresistas quedan aislados durante una semana, situación que le da pie al autor a hablar de temas como la filosofía, la educación, la literatura y la teología. Y también del terrorismo porque en la isla estaba siempre presente la amenaza de un grupo terrorista ya en decadencia.

La sensación de encierro que tienen los congresistas favorecerá además el que, entre sesión y sesión, intercalen siete relatos de tipo policíaco, de terror o fantásticos, géneros que le encantan al autor de Ética para Amador. Santa Clara era famosa por su gastronomía y esa «idealización de la comida», que a Savater (San Sebastián, 1947) le parece «un poco ridícula», aporta las primeras dosis de humor y mordacidad satírica a la novela.

«Creo que, a los que nos gusta de verdad comer, ese endiosamiento de los grandes chefs degrada de alguna manera lo que es la comida. Convertir la comida en arte no es ascenderla sino disminuirla porque, evidentemente, la comida es una cosa más importante que el arte, sin la cual no podemos vivir», afirma Savater.

Los siete relatos que Savater intercala en la novela se funden con naturalidad con el ambiente propio de los congresos que este escritor conoce bien, «esa especie de micromundo, de pequeñas rencillas, de narcisismos...». «Quería contar un poco lo que se siente en esos congresos en los que, para decirlo de una manera fea, todo el mundo mea para marcar su territorio», le dice a Efe Savater, quien en su novela bromea con los nombres de los personajes, algunos de ellos muy parecidos a los de intelectuales de carne y hueso, como el del profesor Inanity, que, según Savater, «no tiene nada que ver» con el filósofo Daniel Innerarity. La isla de Santa Clara no sólo comparte su excelente gastronomía con el País Vasco. Padece también el terrorismo, una lacra que, en el caso de Euskadi, «no puede decirse que haya acabado del todo».

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