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Menosprecio de corte y alabanza de aldea

el latido del agua Felicitas Rebaque Editorial Everest, León, 2012. 170 páginas

Publicado por
nicolás miñambres
León

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Es curioso comprobar la vigencia de ciertos mitos clásicos en la literatura actual. En el fondo, El latido del agua, la novela de Felicitas Rebaque es una visión moderna del Menosprecio de corte y alabanza de aldea, creado por Antonio de Guevara a comienzos del siglo XVI. De alguna manera, la chica rural, Lucía (nombre cargado de simbolismo) y Tino, un prófugo del tráfago urbano, simbolizan ese retorno apasionado al mundo del bucolismo, donde tan felices han sido, en contacto con la naturaleza y unidos por el amor.

La novela se ambienta en un espacio que se corresponde con el mundo de la montaña, leonesa tal vez. A ese pueblo en el que vive feliz Lucía con su abuela Esperanza, nombre también de claras connotaciones, llega Tino, un joven desarraigado afectiva e intelectualmente. Desconoce su verdadero origen (lo que da lugar a una curiosa anagnórisis) y su padre le obliga a estudiar una carrera por la que no siente atractivo alguno. La estancia estival en casa de Germán y Vinda le permite empaparse del ambiente rural, pero será su relación con Lucía el factor que le lleve a su pasión por esos espacios. A través del amor, Tino conocerá todas las esencias montañesas, empapándose de un nuevo espíritu. El ascenso a la montaña, descrito en el capítulo XI, es casi una alegoría del amor, que tendrá su consumación en el espacio natural.

En un clima de bucolismo, a veces exacerbado, se forja la unión sentimental, sin que falte la presencia de la muerte, descrita con el mismo tono de serenidad que el paisaje. El del final del verano será también el final muchas cosas y Tino volverá a la ciudad. Pero…siempre hay lugar para la esperanza, algo lógico en una novela en la que el sentido de la armonía natural y la felicidad son factores esenciales.

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