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La cara oscura de Unamuno

l. Jon Juaristi analiza en una biografía la contradicciones del «primer escritor modernista», que «no se dejó captar por ninguna ideología» . miguel de unamuno Jon Juaristi Colección Españoles Eminentes. Editorial Taurus.

diego gómez

Publicado por
miguel lorenci
León

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Fue un neurótico de manual, pero su neurosis fue extraordinariamente productiva». Jon Juaristi (Bilbao,1951) se refiere así a su paisano Miguel de Unamuno y Jugo (Bilbao 1864 - Salamanca 1936) a quien retrata en una biografía que Taurus publica dentro de la colección Españoles eminentes y que ampara la Fundación March. Es un viaje del entusiasmo al desencanto, del empeño unamuniano de conciliar modernidad y tradición a la constatación de fracaso, de modo que Unamuno «morirá considerándose un fracaso de España y su modernización».

Juaristi explora la obra, la vida, el legado y las permanentes contradicciones -razón-fe, emoción-pensamiento - de una de las figuras más relevantes de la cultura española del siglo XX, el «primer escritor modernista» a su juicio, capaz de «instalarse en el mundo literario y desde allí afrontar los problemas de su tiempo». «Sentía una especie de distancia con el mundo que manifestaba con la angustia y que resolvió escribiendo sin descanso» diagnostica Juaristi, también poeta, ensayista y profesor como Unamuno, y ex director del Instituto Cervantes y la Biblioteca Nacional.

Traza un perfil «extremo» de un intelectual moderno y osado que «no se dejó captar por ninguna ideología» y que, como dijo al final de su vida y muy consciente de su aislamiento «no estaba ni con los hunos ni con los hotros ».

Asegura Juaristi que «no era un filósofo y sí un pensador asistemático y un ensayista» además un «excepcional lector y un grafómano compulsivo que escribió más que el Tostao». «Escribía cartas a todas horas y alumbró de un epistolario tan grande como el de toda su generación junta», recordó

«Se instala en el mundo de las palabras para afrontar las preguntas de su tiempo» agregó. Como todo neurótico, «se tomó en serio muchas de sus metáforas», incluso la que plantea que «la nación es una guerra civil institucionalizada». «Se consideró al encarnación del espíritu de su tiempo y su pueblo, un espejo de la historia» resume Juaristi. Dibuja a Unamuno como el primer intelectual moderno de nuestro país, capaz también de sacar partido de su «titánica megalomanía». Lo presenta en lo personal como un ser «inaccesible», además de «un gran tacaño» que «no resistía muy bien la discrepancia» y «con un punto de histeria que le hace percibir todo desacuerdo como un ataque». Fue «amigo de algunos amigos» pero acumuló «muchos enemigos, algo de su agrado, ya que le obligaba a pensar y le alimentaba su ego».

Unamuno es para Juaristi «un modernista crítico con la modernidad» que «como todo héroe de relato épico, se plantea una tarea imposible y abocada al fracaso: la reconciliación de las dos Españas del siglo XIX, la de la tradición y la del progreso.

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