Los doce ‘apóstoles’ del Olimpo Leteo
l. Juan Gelman recoge en León el 9 de noviembre uno de los premios literarios con mejor ‘nómina’ . En doce días serán doce, cuando el poeta argentino y premio cervantes Juan Gelman recoja la estatuilla del Premio leteo, que, pese a carecer de dotación económica, han aceptado algunos de los mejores escritores del mundo.
Paul Auster impone. Más de metro ochenta de estatura, intensos ojos azules y unas cifras de ventas que dan vértigo. Sin embargo, este tótem de la cultura norteamericana cruzó el charco para recoger en una minúscula ciudad, cuyo nombre es posible que no hubiera oído hasta entonces, un premio sin dotación económica y otorgado por un puñado de jóvenes escritores desconocidos. En su decisión influyó, sin duda, su amigo Martin Amis, quien durante una cena en Londres le habló maravillas del trato que había recibido por parte de «los chicos de Leteo en León». Antes que Auster, otras celebridades de la literatura como el propio Amis, Adonis, Houellebecq o Nothomb habían aceptado el Premio Leteo. Dentro de doce días tendrá lugar la ceremonia de la doce edición de este singular galardón literario, que recogerá el escritor argentino y premio Cervantes Juan Gelman. Como muchas grandes ideas, el Premio Leteo se fraguó en un bar. Los ‘chicos de Leteo’ eran entonces una decena -los mismos que ahora, tras la forzosa emigración de muchos jóvenes escritores en busca de empleo fuera de la provincia-. El proyecto parecía condenado al fracaso. Los políticos, siempre ávidos de notoriedad, no valoraron el alcance de ‘salir en la foto’ con algunos de los grandes escritores contemporáneos y le dieron la espalda. Sin respaldo económico ni institucional o precisamente por ello ha sobrevivido más de una década y se ha convertido en uno de los premios literarios independientes más importantes del mundo. Quizá, porque, como sostiene Ali Ahmad Said, conocido en el mundo de las letras como Adonis, la historia no es más que un cúmulo de mentiras. El poeta sirio, que se posiciona «con los que sufren» y un fijo en las ‘quinielas’ del Nobel de Literatura, también aterrizó en León hace cuatro años para recoger el Premio Leteo.
Una de morcilla
«Aunque yo, como poeta árabe, estoy enraizado en mi lengua, mi poesía está abierta a todos los seres humanos y a todos los continentes, y, en ese sentido, yo me siento universal a la vez que totalmente árabe», dijo. Los organizadores quisieron agasajar al autor de Sufismo y surrealismo con delicatessen de la gastronomía local y le dieron a probar la típica morcilla. El escritor árabe la degustó con deleite hasta que le explicaron que era sangre de cerdo. «Se quedó de piedra», recuerda Rafael Saravia, presidente de Leteo, que no ha olvidado la entrañable imagen de Gamoneda poniéndole el abrigo a su admirado Adonis, quien, por cierto, no es tan guapo como su seudónimo pudiera hacer creer.
Paul Auster, que recogió el galardón en el 2009, consiguió transformar un acto cultural en un fenómeno de masas. A él, le hizo gracia que un grupo de futuras promesas de la literatura le otorgaran el premio y, desde el primer momento, se apuntó a ser un Leteo. Auster, que quería haber sido jugador profesional de béisbol, llenó el vestíbulo del Musac como pocas veces lo logran los artistas contemporáneos por más que lleven caballos o perros amaestrados a sus performances. Al igual que el gran cineasta Billy Wilder, Auster considera que «hay que escribir comedia cuando te sientes triste y tragedias cuando estás en la cima de tu vida». Auster vino a León acompañado por su mujer, la escultural escritora Siri Hustvedt, autora de El verano sin hombres. El primero, no obstante, fue Antonio Gamoneda. El autor de El libro de los venenos abrió el ‘medallero’ de premiados por el Club Leteo. El 9 de noviembre mantendrá con su amigo Gelman un ‘cara a cara’ durante la concesión del Premio Leteo. Al autor de Bajo la lluvia ajena Saravia le calificó como «una de las máximas figuras literarias vivas de América» cuando anunció la concesión del Leteo de este año, y añadió que «Gelman ha creado un desorden en los discursos prepotentes y fascistas».
«A sus 82 años sigue al pie del cañón», destacó Saravia, quien aseguró que Gelman no hace poesía social sino que a través de la literatura «genera librepensadores». Gelman ya estuvo en León tras recibir el Cervantes para entrevistarse con Antonio Gamoneda y ha pedido volver a entrevistarse con él, un deseo que ha influido en la aceptación del Premio Leteo.
Otro veterano de las letras, el brasileño Ledo Ivo, amigo personal del desaparecido Antonio Pereira, le precedió en el Olimpo de los Leteo.
En el 2006 el galardón recaía en una de las enfants terribles de la literatura contemporánea, Amèlie Nothomb, cuya existencia ha estado marcada por el exilio. Apátrida desde niña (nació en Japón y siguió a su padre embajador por medio mundo), recaló en el país de sus ancestros en plena adolescencia. Su llegada a Bruselas coincide con el inicio de la universidad, donde se siente rechazada por llevar en su apellido el aura de un abuelo ultraderechista. Con los años, la calidad de sus novelas, muchas de ellas convertidas en un auténtico fenómeno editorial, acabarían tapando muchas bocas. Amélie acudió a León con un novio mago, que se encargó de amenizar la cena posterior a la entrega del premio con trucos de ilusionismo. Nothomb escribió después las maravillas que le sugirieron las habitaciones del Hostal de San Marcos, como sus camas con dosel.
No sin mi perro
Pero si hay un escritor que deja huella es Fernando Arrabal, quien tras la concesión del Leteo abogó por que no volvieran a premiar a «más reaccionarios de izquierdas». Al año siguiente, la estatuilla que el artista Amancio González diseñó pensando en la Luna como fuente de inspiración para escritores y artistas, la recogía un ‘lunático’ llamado Houellebecq, quien puso una única condición para recoger el premio, poder traer a su perro. con el que se paseó por el escenario del Auditorio; de forma que el autor de Las partículas elementales, su mascota y Arrabal formaron una improvisada y surrealista performance que dejó atónito al público. Houellebecq, que habla correctamente castellano, se negó a pronunciar una sola palabra en español. Y a punto estuvo de no recoger el premio cuando una azafata del Auditorio le prohibió entrar con el perro. Descrita como la mejor de su generación por Francisco Umbral, Belén Gopegui fue la primera mujer en recibir el Premio Leteo, en el 2002, cuatro años antes de que le fuera otorgado a Amélie Nothomb. Gopegui ha sido guionista de cine junto a la ex ministra de Cultura Ángeles González-Sinde, con quien escribió ‘La suerte dormida’.
El único escritor que no ha recogido personalmente el premio ha sido Gonzalo Rojas. Fue Saravia quien tuvo que desplazarse a la Residencia de Estudiantes en Madrid para entregárselo.
«Queremos que, cada año, los leoneses tengan la posibilidad de tener frente a frente a un escritor excepcional y puedan compartir con ellos sus inquietudes, que tengan la ocasión de preguntarles todo lo que quieran», ha explicado Saravia.
Un grupo de adolescentes llenaron el salón el año que recogía el premio Martin Amis. Se habían enamorado del atractivo escritor británico al ver en los carteles la foto del autor de El libro de Rachel. «Pusimos una foto del escritor cuando tenía 24 años», recuerda entre risas Saravia.
«Cuando me llamaron creí que era para que lo entregara y no para recibirlo», dijo Vila-Matas en León. No había olvidado una visita a la ciudad cuando tenía 25 años. «No tenía dónde dormir y tuve que hacerlo en un 600, frente a San Marcos, donde tampoco había habitación para alojarme. Por la mañana me lavé la cara en la fuente que había frente al hostal. Si cuando me estaba lavando la cara me hubieran dicho que con el tiempo regresaría para recibir un premio en el mismo hostal...». La nueva cita de Leteo es el 9 de noviembre, a las 20.30 horas, en la Obra Social de Caja España-Duero (calle Santa Nonia).