Una propuesta sugerente

La verdad es que resulta complicado el mundo de los adultos. Que se lo pregunten a Clara, una niña de casi diez años cuyos padres se han separado. «De repente –dice-, los adultos toman decisiones sin consultarte y te cambian la vida como les da la gana».

Adriana, la novia del padre de Clara –es bien explícito el título- le regaló una muñeca «de porcelana, con rizos y un vestido del tiempo de las abuelas». Una muñeca mutante, Keka, con la que habla en sueños. En realidad esta inquietante muñeca se convierte en un símbolo de indefensión, de dependencia, convierte a la niña en una isla a la espera de saber qué tiene que hacer, sobre todo conociendo varios casos como el suyo entre los compañeros de clase, situación que provoca actitudes diferentes.

Lo que es cierto es que, en un momento del proceso de la historia la muñeca servirá a nuestra protagonista para soltar su rabia. «Lo importante –piensa- era poder liberarse de Keka», y para ello ideó un plan «para deshacerse de la diabólica» muñeca.

Y esa fue la solución, ya que Clara entró en un verdadero estado de normalidad ante lo que sucedía tras el divorcio de sus padres, con la idea muy clara, según palabras de su abuela Ernestina, de que «los afectos suman, no restan».

En fin, una lectura agradable para una propuesta temática que siempre despierta interés. Las ilustraciones de Anuska Allepuz, en blanco y negro, delicadamente sugerentes.