Diario de León

Las huellas del anarquista

l. Pablo Martín Sánchez describe en ‘El anarquista que se llamaba como yo’ la vida de su tocayo, condenado a garrote vil por atentar contra Primo de Rivera. ‘el anarquista que se llamaba como yo’ Pablo Martín Sánchez Acantilado

Pierluigi Greco

Pierluigi Greco

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irene dalmases (EFE)

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La primera vez que el escritor Pablo Martín Sánchez tecleó en Google su nombre se encontró con cientos de resultados. Uno de ellos le llamó especialmente la atención y pensó que merecía una novela. Se trataba del anarquista Pablo Martín Sánchez, el protagonista de El anarquista que se llamaba como yo .

El autor de Reus (Tarragona) explica que el Pablo Martín Sánchez de su título fue un impresor, nacido en Baracaldo (Vizcaya), que en 1924 fue condenado a garrote vil, acusado de atentar contra la dictadura de Primo de Rivera, tras participar en los sucesos de Vera de Bidasoa (Navarra) junto a un centenar de camaradas. Cual ratón de biblioteca, Pablo Martín pasó meses documentándose sobre el personaje, ya fuera leyendo los periódicos de la época, que consultó en la Biblioteca Nacional, ya fuera hojeando docenas de libros o viajando hasta los escenarios por los que transcurrió la vida de su homónimo.

Finalmente, ha acabado armando un artefacto literario, que publica Acantilado, de más de 600 páginas, que contiene, en su opinión, «dos novelas en una», puesto que tanto narra la vida del revolucionario, como se centra en el complot de Vera, del que también trató Pío Baroja en La familia de Errotacho. Jugando con realidad y ficción, considera el novelista que ha convertido «a un secundario y un anónimo, que acabó de cabeza de turco, en protagonista». «No hay una verdad, sino muchas, y en literatura verdad y mentira son sólo prejuicios estéticos», argumenta.

Por otra parte, asegura que peripecias que habían nacido de su imaginación, ya con la novela cerrada, han acabado siendo ciertas, mientras que hechos narrados en crónicas ha descubierto luego que no fueron exactamente como quedaron reflejados en el papel. De todas maneras, lo que no ha querido es cansar al lector con muchos datos, «porque uno no se puede pasar con eso» y, pone como ejemplo, que pudo documentar que en la época se vendían ya las sopas Maggi, y aparecían en una escena, pero optó por eliminarla «para no dejar extrañado al que se enfrente con el texto». El relato, sin embargo, no desaprovecha para mostrar desde los ojos del pequeño Pablo la aparición del cinematógrafo en la Carrera San Jerónimo de Madrid, la Semana Trágica de Barcelona, o, ya más tarde, la evolución del movimiento anarquista. Pablo Martín Sánchez, además, ha querido ahondar en aspectos desconocidos del otro Pablo Martín Sánchez, especialmente relacionados con su niñez en el País Vasco y su juventud y su estancia en París, donde se urdió el atentado contra Primo de Rivera.

Reconoce, sin embargo, que ha dejado un final abierto porque, a día de hoy, no están muy claras las circunstancias de la muerte del anarquista. «También puedo decir a estas alturas que he escrito la novela para ver si finalmente alguien dice qué pasó realmente en el corredor de la muerte con Pablo Martín Sánchez», apunta.

Graduado superior en Arte Dramático, licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y máster en Humanidades, Martín Sánchez no esconde su azoramiento ante las buenas críticas aparecidas tras su primera novela, que cree «es como las del siglo XIX, pero con técnicas del XXI». Con varios proyectos en mente, avisa que no tiene ninguna intención de repetirse y no descarta escribir una obra de teatro o reunir en un volumen los microrrelatos fantásticos que escribe diariamente desde hace dos meses.

Antes de su primera novela, este miembro del «College de Pataphysique» y del «Altíssimo Instituto de Estudios Pataphysicos de La Candelaria» tenía en las librerías el volumen de relatos Fricciones .

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