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david fernández sifres escritor

«Disfruto inventando historias»

«Para escribir un libro que realmente te satisface quizá hay que escribir antes otros dos que no te convencen»

LUIS MAGÁN

Publicado por
alfonso garcía
León

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David Fernández Sifres (León, 1976) es, profesionalmente, licenciado en Derecho y funcionario de la Escala Superior de Técnicos de Tráfico. Acabado su trabajo diario, sufre una ‘metamorfosis’: se convierte en escritor y se dedica a imaginar historias, quizá para colarse, como un intruso, en la cabeza de sus lectores. Al margen de una obra inicial ( ¡Que viene el diluvio! ), Fernández Sifres se ha convertido en los últimos años en referente de la literatura infantil y juvenil española, con la obtención de dos de los premios más prestigiosos: el juvenil Alandar en 2011 ( El faro de la mujer ausente ) y el infantil Ala Delta 2012 ( Un intruso en mi cuaderno ).

—¿Qué se siente al pasar del anonimato prácticamente a ser referente de la actual literatura infantil y juvenil en castellano?

—Tengo tres novelas publicadas, y creo que difícilmente puedo ser un referente con ello. De hecho, me cuesta utilizar la palabra escritor para definirme. Escribo porque disfruto inventando historias, y no es mi trabajo; lo hago en mi tiempo libre. Pero, dicho esto, sí es cierto que está surgiendo una nueva generación de autores de literatura infantil y juvenil en la que me gusta sentirme incluido.

—¿Qué han significado para usted estos dos premios?

—En el momento de la concesión, una alegría tremenda, una sorpresa y, como dirían los chavales con los que charlo en los colegios, «un subidón que lo flipas». Después, con un poco más de serenidad, los considero una invitación a seguir escribiendo. Es como si te dijeran: ‘vas por buen camino, sigue jugando’. Y, no cabe duda, los premios hacen que un título sea más visible, que llegue a más lectores.

—¿Condicionan los premios en alguna medida? ¿En qué sentido?

—Quizá más al lector, que abre el libro con unas expectativas ya predeterminadas, dando por hecho que la historia va a ser muy buena y le tiene que gustar. En realidad, un premio no es algo absoluto; es una decisión de un jurado que, en un momento concreto, decidió que esa novela era la que más le gustaba. No hay duda de que un premio está indicando algo sobre un libro, pero luego cada lector tiene sus gustos. Por mi parte, como autor, no he notado esa parálisis de la que hablan algunos, ese miedo a que lo siguiente no esté a la altura. Yo intento ser consciente de que no todo lo que escriba va a gustar, y que para escribir un libro que realmente te satisface quizá hay que escribir antes otros dos con los que no terminas totalmente convencido.

—Se mueve entre el cierto realismo de ‘El faro de la mujer ausente’ y la fantasía de ‘Un intruso en mi cuaderno’. ¿Hay preferencias en sus planteamientos narrativos?

—Creo que me gusta inventar historias que tengan un anclaje en la realidad, de manera que el lector pueda sentirse identificado o ubicado fácilmente. Pero en esa realidad intento que quepa un toque de misterio o de fantasía, que a su vez serán más creíbles por lo anterior. Disfruto leyendo este tipo de historias y, quizá por eso, también me gusta escribirlas. Por otro lado, la ventaja de escribir por placer es que no estás atado ni a plazos ni a temas, con lo que escribo en cada ocasión la historia que más me llama. De hecho, ¡Que viene el diluvio! es una novela de humor para niños.

—El amor, sin embargo, es una referencia sustantiva en su obra…

—Sin duda. Y también la amistad lo es. Más aún, me interesan sobremanera esas personas a las que vas a recordar toda la vida aunque tan solo hayan tropezado en la tuya un instante. Esas que marcan y de las que te despides sabiendo que los caminos se separan definitivamente. Fue una de las ideas importantes en El faro de la mujer ausente . Retomando la pregunta, creo que, en el fondo, la mayoría de las historias del mundo hablan de amor o desamor, y luego se pueden vestir de muchas formas. Y a los niños y a los jóvenes lo que más les ocupa son los amigos y los novios.

—¿Qué cualidades cree esenciales en una obra para jóvenes y niños?

—Un niño o un joven tiene que divertirse al leer. Si la Play no les divirtiera, no volverían a jugar. Creo que ocurre lo mismo con los libros. Esto que voy a decir creo que me ha supuesto alguna crítica en algún colegio, pero lo digo como lo siento. Entiendo que hay determinadas obras literarias que hay que leer en los colegios, en las que tienes que ir de la mano del profesor y que son fundamentales para la formación cultural del niño. Pero no se puede pretender que alguien con esas edades se enganche a la lectura leyendo solo el Libro de buen amor o La vida es sueño . A mí no me gustó el Quijote hasta que, muchos años después decidí leerlo por mi cuenta. Lo que quiero decir es que, además de estos libros, hay que facilitarles otros con los que realmente disfruten, se rían o se emocionen. Harry Potter , Gerónimo Stilton o Crepúsculo , por citar los primeros que me vienen a la cabeza, son los que están consiguiendo que los chavales se enamoren de la lectura, y son los que conseguirán que, dentro de unos años, quieran leer La colmena o La casa de Bernarda Alba .

—¿La propia biografía es parte importante a la hora de crear historias?

—Sí. Creo que se puede escribir desde el recuerdo o desde la imaginación y, habitualmente, se utilizan ambos campos. Y en los dos, también en la imaginación, quedan plasmados los anhelos, los valores o las preocupaciones del que escribe. Un intruso en mi cuaderno comencé a escribirlo sin saber qué quería contar. Lo supe cuando lo acabé, pero no había sido consciente de ello.

—¿En qué trabaja actualmente, en qué proyectos literarios está comprometido?

—He terminado una novela infantil y estoy con el guión de una juvenil que está ambientada en la bohemia parisina del siglo XIX. Disfruto mucho con la labor de documentación, y en ello estoy, leyendo libros y tomando notas. He descubierto que el periódico Le Figaro tiene digitalizadas todas sus ediciones desde 1826 a 1942. Es una joya en este sentido

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