Diario de León

La colección de los textos perdidos

l. Recuperan la novela de Antonio Estévez ‘Aurora nueva’, una obra que persigue un mundo mejor. La editorial La revista blanca reedita una de las obras más emblemáticas del autor leonés, una novela que se encamina por los senderos del idealismo

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Publicado por
alfonso garcía
León

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A medida que pasa el tiempo, que contiene la perspectiva necesaria para el juicio, uno se da cuenta del acierto que supuso la publicación de la Biblioteca Leonesa de Escritores, una generosa iniciativa de este periódico. Entre los autores, algunos cuya memoria se estaba perdiendo y dos nombres nuevos, incorporados por primera vez a nuestra historia: Armando Llamas (Obras dramáticas) y Antonio Estévez (Novelas cortas). Tres títulos se amparan en las novelas cortas del volumen dedicado al berciano Antonio Estévez (Valtuille de Abajo, 1897-México, 1960): El triunfo de la vida , Alicia y La admirable vida. Nicolás Miñambres, autor de la Introducción, propone en ella un primer acercamiento del autor hasta entonces desconocido. Hoy añadimos un nuevo título, anterior a los tres citados, localizado en el Centro de Documentación Histórico de Barcelona: Aurora nueva.

La novela, publicación, como las anteriores, de La Revista Blanca , es el número 80 de la colección, y, dada su periodicidad, habría que datarla —carece de esta referencia— en 1926, un año más tarde en todo caso. La familia Montseny fue la responsable de la colección de La Novela Ideal , que en el período de su presencia entre 1925 y 1938 llegó a publicar más de 500 títulos —Federica Montseny firma una cincuentena—, con una periodicidad quincenal inicialmente, más tarde semanal, y una tirada que osciló entre los 10.000 y los 50.000 ejemplares.

Contra las injusticias sociales

La Novela Ideal , que tuvo una gran acogida, especialmente entre los jóvenes, publicaba obras –narraciones cortas y amenas era uno de sus principios básicos- que abordaban, de forma novelesca y con un lenguaje sencillo, según palabras de F. Montseny, «temas antirreligiosos, de propaganda libertaria, a favor del amor libre y contra los prejuicios sociales». Era la intención, por tanto, de los editores publicar novelas que expusiesen, bella y claramente, episodios de vidas luchadoras en pos de una sociedad libertaria, con ingredientes de la novela rosa, con historias de amor y sentimiento. Fuera, eso sí, de la escuela del realismo socialista imperante después de la revolución de 1917 en la Unión Soviética. Se trataba, en definitiva, de propuestas incardinadas en la literatura popular que mostrasen sensibilidad hacia los problemas sociales y que prestasen atención a la necesidad de la educación, la cultura y la concienciación de los trabajadores, con protagonistas que se conviertan en luchadores frente a las injusticias sociales y personales.

El fanatismo religioso

Aurora nueva (32 páginas) está en la línea del espíritu que mueve la colección. Amigo de Federica Montseny, el novelista berciano se mueve por los caminos del idealismo en su lucha por un mundo justo y mejor a través del conocimiento, referencia biográfica, por otra parte, que asoma en la obra (la dedicación a dar clases particulares sin cobrar nada), al lado de algunas otras de semejante cariz. Juan, el protagonista, «el hijo del tío Raúl y de la tía Antonia», llega a «su pueblo natal», Valtuille de Abajo, de donde había salido «quince años atrás, época en que él había abandonado a sus padres, deseoso de vivir de sus fuerzas y de correr aventuras». Con la primera que se encuentra es con una joven de «belleza singular. Tenía unos ojos glaucos que parecían dos abismos, misterios insondables de pasión, poblados de negras pestañas. Sus miradas, sugestionadoras, prometían un mundo de felicidades, haciendo renacer las esperanzas de una vida nueva en los corazones más escépticos, en las más frías mentalidades». La joven se presenta. Observe el lector el contenido simbólico: «-Me llamo Aurora, sólo que unos jóvenes que llegaron de América me han dado en llamar Aurora Nueva y todos me conocen por ese nombre».

Juan es recibido con hostilidad por la familia y el pueblo, que, a pesar del tiempo transcurrido, no había olvidado sus ideales «revolucionarios» basadas en «sus inquietudes morales, sus ansias de justicia». Y sobre todo, en la crítica al fanatismo religioso y las prácticas caciquiles. Su sentido de la utopía le valieron la consideración de «hereje y revolucionario». Él se lamenta, sin embargo, de que nada en el pueblo hubiese evolucionado. Por eso, y por el rechazo personal como consecuencia, «entre aquellas gentes donde había nacido y crecido se sentía más extraño que en las tierras más remotas por donde había viajado». No todo estaba perdido, porque su doctrina prendió entre los jóvenes, a los que ofreció «escuela» nocturna y gratuita por «la satisfacción que produce el bien cumplido». Aurora se puso también de su lado, lo que supuso estar también en boca de todos. Quisieron separarlos, lo que generó una situación insostenible. Así que «los dos, contraídos y temblorosos, marcharon del pueblo en pos de su ideal de justicia y de amor, y en pos de su vida». Pronto nacería Fraternidad, la hija que representaba «la obra cumbre de sus sueños».

A pesar de su brevedad, la novela de Antonio Estévez permite un análisis más detallado: descripciones y diálogos, explicitación de ideas, elementos biográficos… Quede testimonio, de momento, de su rescate y de la incorporación al conocimiento de un novelista hasta hace muy poco tiempo desconocido entre nosotros.

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