poesía
Por los espacios turbios de la memoria
fugitiva ciudad Manuel Rico Premio Miguel Hernández-Comunidad Valenciana, Hiperión, Madrid, 2012. 94 pp.
Nació Manuel Rico en Madrid (1952), lo que no es un dato baladí en su poesía, como no lo es el hecho de haber vivido la posguerra madrileña en el extrarradio y entre los perdedores. Su poesía urbana respira, por ello, un sentimiento de orfandad vital y una tonalidad cercana a la tristeza. En Fugitiva ciudad se instala en la ciudad Memoria para dar voz a los vencidos, a los que perdieron antes y siguen perdiendo ahora.
La primera ciudad de la memoria es Madrid, el Madrid tenebroso de la posguerra, recorrido por el miedo y el frío, por la mirada precavida y los sueños rotos. Es también el Madrid de la periferia, donde habitan los nuevos derrotados. Y es el Madrid de hoy, donde los jóvenes transitan sin saber lo que significó la guerra civil o la muerte de Pavese. Pero de algún modo, la ciudad es todas las ciudades. Es Roma, cuando el poeta visita la tumba de Gramsci y sus Cuadernos de la cárcel en la que murió en 1937. Es el Berlín de 1989, cuando se permite la circulación entre las dos partes de la ciudad dividida. Es Viena, donde el poeta transita «por los espacios turbios de la memoria». Es Frankfurt, donde evoca una cena con Juan Gelman, y que es una de las grandes piezas del libro de Rico.
Cuando personaliza los poemas, la emoción los rebosa y nos abrigamos con el calor humano que desprenden. El sentimiento de orfandad y el fondo de tristeza a que ya me he referido impregnan De la orfandad completa , en torno a la muerte de la madre; y el sentimiento elegíaco empapa Domingo de septiembre, sobre la muerte del amigo Diego Jesús Jiménez, Recuerdo del poeta, que evoca la amistad con Vázquez Montalbán a raíz de su muerte en Bangkok, y Último encuentro , al pie de la muerte de Dulce Chacón. Pero el fondo de tristeza va más allá de la muerte de amigos y familiares.
No es este tiempo de alegrías. Al poeta le gusta situarse en el cambio de siglo como en la cima de un monte desde el que puede mirar el pasado y el presente. Y si atrás ve cárceles, guerras, barrios de pobreza, hacia delante adivina la niebla en la mirada de los jóvenes o contempla a «los padres callados que envejecieron pronto». La memoria personal del poeta se entrevera de una memoria histórica que en que es conciencia crítica. La memoria personal es también una memoria cultural, evocadora de lecturas y de poetas amigos. Memoria, conciencia crítica y sentimiento de orfandad son rasgos que definen bien esta poesía.