Lecturas, libros y cadáveres
efectos secundarios Rosa Beltrán Prólogo de Jorge Volpi. 451 Editores, Madrid, 2012. 110 páginas.
Cómo puede alguien no ser más que lo que lee, no ser más que la suma de sus lecturas?», se pregunta la autora mexicana en un momento de la novela. «¿Cómo puede ser un país la suma de sus muertos o el cálculo de los vivos que están por morir?». Aquí están los dos ejes narrativos de este intenso y sobrecogedor relato. Por una parte, el personaje central se dedica al peculiar oficio de presentar libros. «Los libros que debo presentar –dice- rara vez me despiertan algún interés». Cada nuevo paquete que recibe y cada nuevo encargo, resulta ser, sin embargo, inequívocamente, «la mejor novela del año». Profesional de una profesión que no existe, en un momento se produce un cambio de sexo, y así podía «darles voz a las invisibles y desaparecidas». Y este sería el segundo eje temático. Porque, «según las estadísticas, en mi país han desaparecido más mujeres que en la Revolución de 1910, la última guerra, aunque ésta no sea una guerra, según los reportes oficiales. De esos cuerpos, un número creciente es de inmigrantes indocumentadas, de trabajadoras de las maquilas, de baristas y mujeres que ejercen la prostitución o no, de estudiantes y amas de casa violadas y torturadas a causa de su anatomía».
No sé si todos leemos el mismo libro. Seguramente vivimos hoy en un mundo en que los libros no se leen pero se venden. Y llega el lamento del presentador de libros: «Es un país que se hace experto en la recolección de cadáveres, yo reúno palabras». Se trata de una hermosa novela, en breves capítulos –y breve en su conjunto-, cada uno de ellos convertido en una pieza preciosa, una reivindicación de la cultura humanista, un grito contra el consumo, una lúcida reflexión sobre la identidad sexual, una buena metáfora de México…