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Los consejos de papá Scott Fitzgerald

l. Un libro reúne las cartas que el escritor americano envió a su hija entre 1933 y 1940 . cartas a mi hija Scott Fitzgerald Alpha Decay. Páginas: 216

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pilar manzanares (colpisa)

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Nunca he creído demasiado en la felicidad. Tampoco en la tristeza», decía Scott Fitzgerald a su hija, Scottie, en una carta de 1933, fecha en la que su mujer Zelda ya estaba ingresada en un psiquiátrico a causa de su esquizofrenia. Como tantos otros artistas, él también dejó en su correspondencia las huellas más reales de la persona que se escondía tras el genio, por muy alcoholizado que acabara sus días. Y eso a pesar de que a su niña le decía: «De todos los chicos que conocí que bebían a los 18 o 19 años no hay uno que no esté a salvo en su tumba».

Ahora que el escritor vuelve a la actualidad por la adaptación que en mayo se estrenará en los cines de El gran Gatsby, con Leonardo Di Caprio como protagonista, la editorial Alpha Decay aprovecha para publicar Cartas a mi hija, por primera en español. En ellas, la figura del padre sale a relucir junto a los sinsabores de las relaciones que compartía con su pequeña: «La enfermedad incurable de mi madre, sus problemas de salud y de dinero y —lo más duro de todo, creo— su eclipse literario», explica Scottie en el prólogo al libro. Tanto la hija como el padre tuvieron que sobrevivir a la sombra del genio, siempre incomprendido y, muchas veces, egoísta. Pero, como la propia Scottie señala: «(Con su profesión) no me sorprende ni enoja que se convirtiera en un padre difícil. Me regaló una infancia dorada, que es todo lo que una puede pedir. En su compañía no recuerdo ni un momento que no fuera de felicidad y gozo, hasta que el mundo se le empezó a venir encima, cuando yo tenía unos once años».

Durante su último lustro de vida, Scott Fitzgerald no encontraba sus obras en las librerías. Por eso, cuenta su hija que, sin ser una persona sentimental, cuando pasados los años entró en una tienda y vio todo un anaquel con libros de su padre se echó a llorar. «Una mujer enferma, la pobreza, la mala suerte. todos tenemos que enfrentarnos a algunos de estos reveses y papá al final también colaboró lo suyo en todo aquel sufrimiento. Pero la parte literaria era injusta: Dios había jugado una de esas bazas que pueden hundir hasta a la persona más valiente», escribe Scottie. La hija del escritor no se cansa de remarcar: «Mi padre no solo era un genio, sino un gran hombre a su singular manera, pese a los tormentos y sus gigantescos pecados».

Querida Scottie

El escritor y crítico Malcolm Cowley dijo en The New York Times que Fitzgerald «no escribía estas cartas a su hija, sino a sí mismo». Además, ella no desaprovechó sus consejos. Ver a su niña entre «lo más granado» y que no malograra su vida aspirando a «metas triviales», peticiones de que fuera a ver a su madre antes de que perdiera toda la cordura o que Scottie se casara «con alguien que no se confundiera con la multitud», fueron algunos de los consejos que Fitzgerald le escribió. Y, de entre todos, destaca uno tan profético como cuando presintió que en el año 1939 habría una guerra importante.

En este caso, porque con la crisis actual los psicólogos no se cansan de repetir, con otras palabras, lo mismo que le dijera el gran escitor a su primogénita: «No me gusta que utilices la expresión ‘crisis nerviosa’ ni en broma cuando te refieras a cualquier desgracia emocional (...) ¿Acaso tu generación es tan débil que no tenéis más remedio que hablar de ‘quedaros destrozados’ si la vida no se presenta en todo momento como una serie de decisiones fáciles y agradables?».

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