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El último Baroja

Varias generaciones de intelectuales y escritores han marcado, sin duda, una buena parte de la Historia cultural española: la familia Baroja. En estos momentos de crisis y confusión cultural, conviene rescatar y actualizar a algunas figuras carismáticas que, de una forma inteligente y lúcida, supieron captar la esencia y el espíritu de España: la familia Baroja.

Los Baroja en Itzea en 1918. Aparecen Julio Caro Baroja, en primer lugar, Carmen Baroja, hermana del novelista, Carmen Nessi, la madre, y Pío Baroja.

Publicado por
maría ángeles basanta
León

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Serafín Baroja y Zornoza, ingeniero de minas, poeta euscaldún y hombre polifacético se casó con Carmen Nessi. Tuvieron tres hijos: Pío Baroja, novelista, Ricardo, pintor, aguafuertista y Premio Cervantes de Literatura, y Carmen Baroja, mujer inquieta, moderna y autora de varios libros, casada, a su vez con el editor Rafael Caro Raggio y padres de Julio, antropólogo, historiador, Académico y Premio Príncipe de Asturias y Pío, cineasta, escritor y padre de Carmen, bibliotecaria y pintora y Pío, a quien entrevisto, editor, que continúa la tradición y el viaje editorial del prestigioso sello Caro Raggio.

—Me gustaría que me refiriese algún recuerdo, conversación familiar, anécdota o chascarrillo que le parezcan interesantes de la familia Baroja.

—Los recuerdos y las anécdotas son abundantes. Quizás lo más sobresaliente o destacable sea la forma en la que vivíamos y su espacio concreto: Itzea, nuestra casa familiar. Éramos una familia atípica por su composición, vivíamos todos arremolinados en torno a un tío soltero y sabio, Julio Caro Baroja, en un espacio, la casa de Itzea en Vera de Navarra, que es un inmenso arcón con los recuerdos de las generaciones anteriores y en concreto de Pío, Ricardo y Carmen Baroja. Allí está lo más visible de la huella de los tres, sus libros, sus cuadros, sus trabajos de artesanía y también sus lecturas e inquietudes. Vivíamos hacia adentro; con la percepción de que lo exterior podía llegar a ser nocivo y quebrar la paz familiar. Quizás la generación anterior a la mía estaba muy marcada por la guerra civil y la concepción de «peligrosidad» que tenían sobre este país.

—¿Cree que el héroe barojiano ha desaparecido como tal? ¿Quiénes son hoy los héroes…?

—El héroe barojiano, si se puede llamar así, ha sido un héroe de unas características que no tienen mucho que ver con lo que entendemos hoy por «heroicidad», si bien es cierto que tenemos intrépidos marinos como Shanti, o personajes como Zalacaín, el héroe barojiano tiene mucho de antihéroe. Por ejemplo, Andrés Hurtado vive en el nihilismo más absoluto y muere de una manera heroica, se suicida, ante el sinsentido de la vida. Creo que Andrés es el paradigma del héroe de Baroja.

—¿Qué aspectos del País Vasco y el resto de España del gran Pío Baroja perduran, según su criterio?

—En lo geográfico perduran algunos paisajes que aún no han sido desfigurados, y poco más. Quedan rinconcitos recónditos en algún puerto del País Vasco o algunos lugares de la meseta castellana o de Extremadura y Andalucía. Acabo de regresar de un viaje por la Comarca de La Vera de Plasencia y me ha encantado ver cómo sigue existiendo una España popular, amable, que conserva lo mejor de sus tradiciones. Y en este punto debo recordar que muchas de estas fiestas populares y de esas costumbres, siguen hoy gracias al trabajo de mi tío Julio. En lo social, no queda gran cosa de aquella época. En lo bueno y en lo malo. No creo que mi tío Pío reconociese con sus ojos a la España de 2013. Es más, creo que a mi tío Julio (fallecido apenas 15 años), le costaría reconocer muchas cosas: esta España actual, borrascosa, amenazada de desintegración, con unos nacionalismos grotescos, repleta de chorizos que han robado a espuertas en todas las administraciones. Les daría mucha lástima a los dos. Estamos a punto de cargarnos un gran consenso articulado alrededor de la Constitución de 1978, y creo que es un error inmenso dinamitar todo lo conseguido a pesar de que estemos en manos de una clase política corrupta e ineficiente; la alternativa sería mucho peor.

—Álex de la Iglesia llevará a la pantalla ‘Las brujas de Zugarramurdi’. Cuénteme.

—No tengo ni idea de qué va, de momento. Únicamente hice alusión a ella en un post de mi blog (piobaroja.com) para enjaretar una serie de recuerdos alrededor de Zugarramurdi, pueblo cercano a Vera, y el interés científico de mi tío Julio por el fenómeno de la brujería: Las brujas y su mundo y el literario de Pío Baroja La dama de Urtubi.

—Hábleme de su sello editorial y proyectos.

—La editorial es de las más antiguas de España. Es de 1917. Mi abuelo, Rafael Caro Raggio editó un catálogo impresionante donde cabía desde la Filosofía hasta el erotismo. Fue innovador en muchas colecciones. Tradujo a Stendhal, a Kipling y también publicó a los autores más representativos de la época: Azorín, Moreno Villa…. En la Guerra Civil se desmoronó todo con un terrible bombardeo y la imprenta y editorial de la Calle de Mendizábal desaparecieron para siempre. Mi abuelo, arruinado, murió al poco tiempo. En 1972 mi tío Julio y mi padre Pío Caro Baroja la resucitaron con el propósito de reeditar las obras de la familia. Ahora yo voy a ir abriendo el catálogo a otras voces afines en una colección que se llamará «Vitrina Pintoresca»; ahí voy a publicar libros queridos que están descatalogados y algún que otro descubrimiento personal. Arranco en septiembre con un libro sobre Nápoles.

—¿Cómo ve la situación cultural en España…?

—Mal. Instalada en lo facilón. Basta con darse una vuelta por las casetas de la Feria del Libro y conocer a la «intelectualidad de hoy en día». No encontrarán a un Marañón, a un Ortega, a un Julio Caro Baroja o a un Paulino Garagorri, por poner algunos ejemplos. Encontrarán mucho novelote pseudohistórico escrito de encargo y algún chavalín con su literatura de «caca, culo y pis». Creo que estamos mucho mejor en deporte y en gastronomía que en Cultura, en mayúsculas. Somos mucho más ignorantes que antes. Dice Wert que hay que aprobar para pasar de curso y se arma la marimorena…. Así estamos…

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