Las antesalas de la catástrofe
l. José Cabañas radiografía el León previo a la guerra en una nueva entrega, prologada por Paul Preston, de su monumental trilogía bélica. el discurrir de la vida cotidiana, gobiernos y dictaduras, modas y adelantos técnicos, las primeras fábricas, las luchas obreras... la historia menuda del suroccidente leonés entre 1808 y 1936, con todas las claves del posterior desastre fratricida, ha quedado reflejada en los dos tomos de ‘los prolegómenos de la tragedia’
Lo que sucedió entonces ya había sucedido antes...», le decían en algunos pueblos a José Cabañas González, el infatigable investigador leonés que acaba de sacar a la luz Los prolegómenos de la tragedia , segundo volumen de La vorágine de julio , un proyecto editorial y personal de proporciones verdaderamente colosales. Porque si en la primera entrega levantaba instancia Cabañas del golpe de Estado y los sucesos bélicos acaecidos en todo el area centro y suroccidental de la provincia, con epicentro en La Bañeza, en esta ocasión indaga el estudioso nacido en Jiménez de Jamuz en las causas, las raíces sociales, políticas y económicas del conflicto fratricida, y todo a través de relatos personales, espigados uno a uno, gracias a los cuales el devenir de este rincón de España se abre ante el lector como una naranja madura. La historia menuda del siglo XIX y la primera mitad del XX, clave para entender los problemas, retos y complejidades de este país —dilemas que a veces se revelan de forma cíclica, como bien sugerían a Cabañas algunos informantes— aflora ante el lector en esta cruda Vorágine .
Las cifras en cuanto a horas de trabajo, archivos consultados y entrevistas decantadas en la obra, editada por Lobo Sapiens, marean: son dos tomos, el primero sobre el período que va de 1808 a 1931, de 768 páginas, y el segundo, de 1931 a 1936, de 1.048; acompañados por un deuvedé con más de 4.000 archivos digitalizados. La obra aporta 400 ilustraciones y 1.265 notas a pie de página, 535 referencias bibliográficas y un índice toponímico con 450 localidades leonesas y otro onomástico, de 4.000 personas referenciadas. Y todo ello prologado por el prestigioso historiador Paul Preston.
José Cabañas define objetivos y esencias, advirtiendo que se trata de «una crónica sobre las gentes comunes» de La Bañeza, Valduerna, Valdería, Ribera del Órbigo, Páramo, Maragatos, Cabrera... y otras geografías provinciales; «un mosaico que muestra la rica vida social, laboral, costumbrista, municipal, cultural, religiosa, deportiva incluso… de tan dilatada época, en episodios que van desde la invasión francesa a la II República, con sus esperanzas, frustraciones y tropiezos, y el tránsito por la I y la dictadura primorriverista; de las comedias populares y la vida campesina a la emigración o la masonería; de la enseñanza al caciquismo; de las asociaciones políticas y obreras a la prensa histórica; del avance del progreso a las desamortizaciones y los conflictos y violencias; o del asentamiento protestante en la provincia al nacimiento y desarrollo del leonesismo, por citar tan solo algunos, muchos de ellos apenas conocidos o contados».
La primera publicación de ámbito provincial-comarcal que se aborda en León para tan extenso período cuenta con un prólogo de lujo a cargo de Paul Preston, quien, como recuerda Cabañas, ha mostrado en numerosas ocasiones su respeto y reconocimiento a los investigadores locales, para quien son «más que un gran complemento a los profesionales de la Historia» (aunque el autor jiminiego se confiesa «nada más que un modesto indagador ). A Cabañas, entusiasta seguidor desde hace muchos años de las publicaciones de quien considera maestro de historiadores, le cupo la fortuna de poder hacerle llegar un ejemplar del primer volumen de su trabajo, publicado en abril de 2010, y éste le otorgó además el honor de incluirlo entre los tres que cita en el capítulo sobre la represión franquista en León en su emblemática obra de 2011 El Holocausto español . De este segundo envió a su final una muestra al insigne hispanista, mereciendo «de su generosidad» un prólogo que, entre otras cosas, expresa: «Baste con decir que este segundo volumen es mejor aún que su magnífico predecesor… No hace falta más que mirar su extenso índice para comprobar la enorme riqueza que contiene y la impresionante inversión en investigación en que se basa… Un trabajo monumental. En la historiografía de La Bañeza y su comarca habrá un antes y un después de la trilogía de la que forma parte este volumen, y tendrán que pasar muchos años para que se vuelva a escribir algo parecido».
En tan extenso y variado contenido, son multitud las historias personales y humanas, significativas, curiosas o emotivas, que aparecen en la obra. José Cabañas destaca algunas: la de la jiminiega Modesta Fernández, de familia pudiente —enriquecido el padre en la emigración ultramarina, en Nueva York—, una de las estudiantes leonesas asistentes en los años treinta a la madrileña Residencia Femenina, amiga de Lorca y novia de un escenógrafo de La Barraca. Las aventuras en los años veinte, en Astorga, de Shervington, el negro príncipe abisinio que prometía a su novia maragata ceñir la corona etíope (y que aquella rechazó). Los socorros solidarios que gentes bañezanas brindaron en un caso a 16 familias sin recursos, venidas de lejos y despedidas de las obras de construcción de la Azucarera en marzo de 1931, y en otro a una familia de cómicos ambulantes de paso, asistidos en las navidades de 1925 por un grupo de jóvenes que, con sus dineros, bautizan además a la hija de los menesterosos comediantes nacida en la ciudad. El sonado suicidio en diciembre de 1932, en el cementerio y de dos tiros de pistola ante la tumba de su hijito recientemente fallecido, de un bañezano, regente de farmacia, abatido por el dolor en unos tiempos de mortandades infantiles abundantes, que mereció incluso la comprensión y la piedad de la iglesia local cuando quitarse la vida era un acto imperdonable y anatemizado. «Sin olvidar a tantas familias mermadas o desaparecidas en nuestros pueblos por el epidémico mal de moda de 1918 u otros hechos, trascendentes en nuestra tierra pero apenas estudiados, como la contestación desde la izquierda revolucionaria y antiimperialista a la República burguesa en León en el verano de 1931; la insurrección anarquista de diciembre de 1933 en Veguellina de Órbigo; las importantes maniobras en los Montes de León en septiembre de 1934 y el transcurrir de la revolución de octubre de aquel año en La Bañeza y Astorga, además de en la capital, o los cursillos del Magisterio en León en julio de 1936, de tan graves consecuencias luego para tantos…».
De entre ellas, quizá las andanzas de Modesta Fernández sean las más singulares, pues participó en montajes de La Barraca y fue novia de José Caballero, el pintor y autor de los decorados y carteles de las obras representadas por aquella compañía. La guerra truncó su relación con el pintor y después de la contienda se trasladó a Oviedo, donde acabó su licenciatura en Ciencias Químicas y se ocupó como profesora y bibliotecaria en la Universidad. «Logros como los de Modesta y sus compañeras se nos muestran como infrecuentes avances o anticipos en un país en el que hasta 1910 la mujer no pudo ir a la Universidad libremente».
Antes de estampar el punto y final, José Cabañas ha venido desde 2005 recogiendo información para este segundo volumen, a cuya escritura ha dedicado tres intensos años. Abarcó una extensa bibliografía, tanto la más genérica como la dedicada a la provincia; numerosas fuentes hemerográficas provinciales y locales, entre ellas el Diario de León, revisado día a día desde 1929 a 1936, además de La Democracia , La Mañana , y los semanarios El Adelanto , de La Bañeza, y el astorgano El Combate y diversas fuentes documentales: actas; documentos de archivos como el municipal bañezano, el Histórico Provincial, o el Histórico Nacional; documentación penitenciaria; registros civiles y libros de cementerios; sentencias de la Audiencia Provincial y sumarios de tribunales militares... y una nutrida colección de entrevistas en los pueblos leoneses.
De toda esta ingente documentación extrae Cabañas algunas enseñanzas y hasta paralelismos —si no inquietantes, al menos dignos de estudio— con la situación actual: «El acercamiento minucioso a la historia de nuestros ancestros me ha permitido romper algunos mitos del pasado, conocer y situar en sus justos términos hechos y personajes desenfocados, desconocidos u olvidados, y también historias falseadas o erróneas. También se nos hace así factible entender historias cíclicas, fenómenos que se repiten en diferentes tiempos: por ejemplo, de 1918 a 1923 se vivía una situación de descrédito y desprestigio de la política parecida en sumo grado a la actual; recientes polémicas en torno a la enseñanza se daban ya en 1926, y existía una ‘guerra escolar’ en 1932; también en 1934 y 1935 se dio, después de un bienio reformista, un retroceso en libertades y derechos que afectó al día a día de las gentes en modo muy similar al que hoy padecemos… Todo ello, y otras conclusiones que se pueden extraer, nos debiera de servir para encarar mejor nuestro futuro».
Preguntado por lo mucho o poco que queda por hacer en torno a la relación de este país con su historia reciente, Cabañas es tajante: «Resta aún lo fundamental: la obligación de la sociedad con toda víctima de una injusticia (e injusticia descomunal fue la cometida con las víctimas del franquismo), de satisfacerla en sus derechos de que se conozca la verdad de lo acontecido, de que se le haga justicia, y de ser reparada por el injusto daño que se le causó. Esos derechos —que la legislación internacional reconoce— están hoy más lejos que nunca de ser alcanzados; pues asociaciones de particulares que, como la ARMH —tan leonesa— venían supliendo al Estado —desertado de aquellas obligaciones— llevando satisfacciones y consuelo a algunas de tantas familias de desaparecidos, no pueden ahora continuar haciéndolo por carecer de medios para ello, retiradas las que siempre fueron escuálidas aportaciones estatales».
Cabañas González, que iniciara sus investigaciones en 1998, llevado de su interés por conocer lo sucedido con algunos familiares y con otros 14 convecinos asesinados en el otoño de 1936 («por saber de sus historias sin contar, ocultas, falseadas, olvidadas...»), encara ahora la última parte de este monumental proyecto, el tercer volumen, que se ocupará de la represión post-guerra civil en la comarca bañezana y áreas de influencia.
«Quedan aún muchas heridas sin cerrar debidamente, y muchos de los familiares directos de las víctimas —también víctimas ellos mismos, se nos están yendo —son ya muy mayores— sin haber tenido ocasión de alcanzar a saber siquiera del paradero de los suyos, y esto está pasando también en nuestra tierra», reflexiona el autor, confesando: «Yo no sé si alguna vez restañaremos todas las heridas». «Está claro que después de tantos años de democracia no lo hemos hecho, de que queda aún mucho por saldar de la inmensa deuda que nuestra sociedad tiene contraída con quienes fueron antaño perseguidos por mantenerse fieles a la legalidad democrática, y ello es así en parte porque ha faltado a lo largo de tantos años, y sigue faltando, la más elemental equidad en el trato dado a las víctimas del franquismo y a las que lo fueron y lo han sido de otras violencias, como la de los leales a la República (que también se dio y causó víctimas), éstas reconocidas y honradas con prontitud y reparadas con creces, ellas sí, por cuenta del Estado».