Diario de León

Aún soy vida de tinta...

vidas de tinta Moisés Pacual Pozas Izana Editores, Madrid, 2013. 282 páginas.

Publicado por
nicolás miñambres
León

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Ajeno a cenáculos literarios, el burgalés Moisés Pascual Pozas mantiene su vena creativa, palpable en media docena de novelas de gran calidad. En Vidas de tinta se acerca al mundo de la jubilación, representado por Roberto Lábano, un profesor de lenguas clásicas que confiesa desolado: «Aún soy vida de tinta que necesita inventarse en el balanceo de este océano donde busco por la noche las estrellas». Retirado en Solinde, junto al mar, Roberto Lábano, escribe su vida desde el pasado familiar y profesional y hacia el futuro sin sentido: la infancia está demasiado lejana y la vejez excesivamente próxima. Como advierte: «y así hasta el día de hoy, en que tecleo esta historia en una noche de primeros de octubre, todavía cálida, bajo el aire de azahar del limonero, con Argos enrollado a mis pies y Soledad, ay, ya en su casa». Al jubilarse abandonó a Rosario su mujer, lo que le sirve de pretexto para narrar la azarosa vida de su amante, Bernaola Molero. Ahora sueña con Soledad, la bella sirvienta que cuida su casa. Pero pasado y futuro, son tiempos en los que ya no hay espacio para el amor. Sólo cabe el desamor de la insensibilidad de Rosario en otro tiempo y la lejanía de Soledad, una falsa esperanza sentimental.

Este sustrato psicológico se plasma en espléndidos resultados literarios, tanto por el poder de evocación como por el sentido de fina y serena nostalgia que despiden las páginas, acentuadas por el uso expresivo de la función apelativa. Falta la esperanza pero Roberto Lábano todavía sueña con sus fantasmas del pasado, como se observa en el final de la obra. Después de un ritual preciso y simbólico a la hora de vestirse, advierte: «Me calé el sombrero y me fui al otro lado del espejo en busca de Bernaola Molero».

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