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POESÍA

Que el sueño vivifique mis alas moribundas

todo lo que sé del viento Ángel Fernández Origami, Cádiz, 2013. 150 pp.

Publicado por
josé enrique martínez
León

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Cuando en 2012 publicó el poeta leonés de Sabero Ángel Fernández su primer libro de poemas, Las lágrimas del pato Donald , subrayé la manera personal de expresar un tema tradicional, el del amor, y su capacidad para suscitar emociones. Nos llega ahora un nuevo libro de título llamativo: Todo lo que sé del viento . No faltan los poemas de amor, como no falta su tratamiento original, al igual que en el poemario anterior. Pero hay más afanes, más mundo, más intereses. Lo que en último extremo atrae en poesía no es la temática, dentro de la cual el poeta no dirá nada que no se pueda decir en otros géneros, sino los aspectos formales que dan curso a una idea o un sentimiento, los pequeños trallazos en la sensibilidad lectora, como éste: «Imponernos sin miedo lo imperfecto», porque así es la vida y «la realidad perversa»: imperfecta, desordenada...

O como este otro: «Te llamo realidad porque pretendo / que el sueño tome forma y vivifique / mis alas moribundas». La lectura atenta de los poemas de Ángel Fernández nos muestran una realidad inicial aparentemente banal o anecdótica: por ejemplo, unas lágrimas que caen en el café como pequeña lluvia; esa simple constatación propiciará finalmente el sueño o el deseo o la aventura imaginaria de «una isla de playas misteriosas / cuya arena llegaba justo hasta su piel». En otro poema, una anciana barre las golondrinas que mueren a la entrada de su casa; cada golpe de la noche en la puerta no es más que una nueva muerte. Y uno no puede menos que dotar de contenido simbólico a esas muertes diminutas de sombría premonición, porque, como dice otro poema, la vida está llena de presagios. Parece como si una frase inicial, sorprendente o no, desatara la imaginación, cuando no la fantasía, en una pequeña catarata de imágenes poéticas que, por inesperadas, producen conmoción estética. Si unimos a ello una evidente destreza compositiva, hablamos de poemas logrados, de poesía.

Como indicaba al principio, el amor no es más que un asunto, porque el poemario es mucho más. El poeta ve el mundo, oye palabras, imagina, inventa, nos da la versión poética que sintetiza su visión de lo que observa, de la vida suya y de las vidas que con ella se cruzan, en la calle o en la barra de un bar, e imagina miedos o sueños enfrentados a la realidad, y lo expresa sin alardes, variando la tonalidad acaso, con actitud que llamaré vitalista a pesar de las imperfecciones el mundo y de la vida.