Diario de León

Vuelve el George Orwell más feroz

l. Una colección de sus ‘Ensayos’ rescata sus cien mejores textos . Incisivo, crítico, visionario, la feroz mirada de George Orwell regresa con sus artículos periodísticos en los que hinca el diente a la realidad, en una nueva colección de sus Ensayos, que rescata cien de los mejores textos del autor de ‘Rebelión en la granja’

El actor John Kay Steel, en el papel de George Orwell, en una escena que recrea su estancia en la Guerra Civil española

El actor John Kay Steel, en el papel de George Orwell, en una escena que recrea su estancia en la Guerra Civil española

Publicado por
samuel regueira
León

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Editada por Debate, esta ambiciosa obra de mil páginas aborda un período crucial en la vida del literato, aún afectado por sus experiencias como miliciano del POUM en la Guerra Civil Española, donde recibió un tiro en la garganta, pero salió con el espíritu crítico intacto para arremeter contra la sociedad inglesa, la literatura coetánea y los nacionalismos.

Desde 1928 y hasta su muerte, el autor de 198» rememoró en varios de sus escritos, aquí traducidos por siete expertos distintos, episodios clave en su vida y anécdotas en apariencia simples, que conducen a conclusiones colosales sobre la vida, la condición humana o la situación política del momento.

Entre sus recuerdos volcados en estos textos, destaca Matar a un elefante, donde durante su estancia en Birmania la presión de los indígenas le obliga a acabar con la vida de un paquidermo desbocado por ser el único hombre occidental armado; un incidente tras el que piensa que, «cuando el hombre blanco se vuelve un tirano, es su propia libertad la que destruye».

Del mismo modo, en otra reflexión con raíces en su propio pasado, el terrible miedo que sintió de pequeño hacia sus crueles educadores en el colegio St. Cyprian, le hace comprender «cuán increíblemente distorsionada está la visión del mundo que tiene un niño».

En un mundo al borde de la Segunda Gran Guerra, tras la cual ya advierte Orwell la inminente amenaza del estalinismo, el autor denuncia un sistema tiránico que engaña a las grandes sociedades cultas. Y acusa de cobardía a las democracias, temerosas de desencadenar el conflicto. Como un estratega militar, muchas veces se abstiene de censurar a aquellos radicales que considera equivocados, pero admira su integridad e incluso su pericia narrativa. Y busca las distintas contradicciones entre los «suyos», medios y pensadores de los que era partidario y a los que siempre supo sacar punta en sentencias donde nadie más se paraba a prestar atención, en fondo y en forma.

Entre réplicas políticas e intelectuales, el escritor evoca sus vivencias en la guerra, fruto de un hombre fuertemente vinculado a su momento histórico, con una filosofía de vida resumida al principio del ensayo El león y el unicornio, también citado en el texto de Irene Lozano que antecede estos ensayos: «Según escribo estas líneas, seres humanos sumamente civilizados intentan matarme».

Pero, si hay algo con lo que Orwell disfrutó, fue con la literatura. Desacredita a Chesterton, alaba a Henry Miller y a Joyce, desprecia a Sherlock Holmes, reseña a Dickens, disecciona Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift y, fiel a su estilo, admite los ataques de Tolstói a Shakespeare en un panfleto ruso, para después reflejar los puntos débiles y malintencionados del autor de Guerra y Paz.

Sin embargo, el autor también admite en sus artículos productos más «baratos», como las viñetas humorísticas de la época, firmadas en su mayoría por el emblemático autor Donald McGill, que en su «ramplón» humor caricaturiza a las mujeres, a los escoceses y a los obreros, si bien no deja de reparar en la «súbita desaparición» de los chistes de judíos, esfumados con la llegada de Hitler al poder.

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