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el territorio del nómada |

El cónsul de los Alisos

CADA AÑO, LOS FRÍOS DE ENERO AVIVAN LA MEMORIA DE JAIME GIL DE BIEDMA (1929-1990), FALLECIDO AL ESTRENAR CALENDARIO. NIETO DE SANTIAGO ALBA, PRIMO DE DELIBES Y TÍO DE ESPERANZA AGUIRRE Y OUKA LELE, ES UNO DE LOS POETAS MÁS INTERESANTES DEL PASADO SIGLO. divergente

Un joven Jaime Gil de Biedma

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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El abuelo Alba fue cinco veces ministro con Alfonso XIII y dos años presidente de las Cortes republicanas. Además, era dueño del periódico El Norte de Castilla . Los Gil fueron condes de Sepúlveda y vizcondes de Nava de la Asunción, en la campiña segoviana. En los últimos años, la biografía de Dalmau y una película barata removieron sus cenizas depositadas en el panteón familiar de Nava de la Asunción, donde está la Casa del Caño, ya muy averiada. Trajo la urna desde Barcelona el escritor Juan Marsé (que en la Casa del Caño pulió, durante el verano de 1964, su novela Ultimas tardes con Teresa , con la que obtuvo el Biblioteca Breve) y acudieron amigos de Madrid. Luego, la comitiva celebró la despedida como a él le gustaba, con tostón y vino, en el Goya de Arévalo.

LA EDAD DE LA PÉRGOLA

Antes de emplearse en el negocio familiar de los Tabacos de Filipinas, Gil de Biedma había malogrado su carrera diplomática por glosar la villa de Arévalo, en lugar de París, Estambul o Londres, cuando a los opositores les pedían una postal literaria de su destino preferido. A los bedeles de Castiella aquel desahogo les pareció una provocación y seguramente lo fue. Su abuelo paterno había hecho el negocio de convertir un robledal del piedemonte serrano en la colonia veraniega de San Rafael. Después de la guerra, su padre acaparó las propiedades de Nava y para convertir la Casa del Caño en un oasis apetecible contrató a un grupo de jardineros de La Granja, dotándola de la primera pista de tenis de la provincia. La edad de la pérgola que evocó el poeta en sus versos. La calle lateral todavía conserva el azulejo talaverano que la asigna al Vizconde de Nava de la Asunción.

Muerta la madre, su familia vendió la finca episcopal que albergaba aquel Jardín de los Melancólicos, convertido ahora en recipiente de una hilera de adosados, junto a los que sobreviven algunos cipreses. La magia de aquel recinto, que conocemos por fotografías, versos y testimonios escritos, se ha esfumado. Durante décadas fue el lugar de acogida de la entonces rutilante izquierda divina barcelonesa y el refugio preferido de Gil de Biedma, hasta que las inquisiciones familiares derivaron al poeta hacia un Ampurdán más tolerante. Pero incluso entonces, para vestir aquella torre, se surtió de muebles, cuadros y antigüedades adquiridos en la secreta almoneda de un convento segoviano. En las vísperas del aniversario de plata del poeta, ni siquiera está claro el destino del palacio esgrafiado, que aguanta su declive por la traba de protección que lo blinda.

MONITOR DE LA GENERACIÓN

A un paso de la casa se abre la plaza del Caño del Obispo, que homenajea a otro navero ilustre, muy dadivoso con su pueblo. De lo que no queda rastro es del hotel de los Casado, a cuya rama perteneció Segismundo Casado, coronel de la defensa de Madrid que pactó con Besteiro su rendición. Volvió del exilio en 1961 y a veces los vecinos lo veían rondar silencioso por el pueblo. El caño es una fuente palaciega. En la ribera del Eresma, hacia Coca, está el pinar de los Alisos, paraíso del poeta e hipódromo veraniego de sus paseos. «Un pequeño rincón en el mapa de España / que me sé de memoria, porque fue mi reino». La casita de campo, con porche y en triste ruina, cobijada por la copa de varios pinos gigantescos, muestra el ultraje de aquellas jornadas felices.

A lo largo de una década (1959-1968), Gil de Biedma publicó algunos de los mejores poemas de su generación y ejerció la crítica literaria con tiento (el libro sobre Guillén es modélico), mientras su mano en el gobierno de los cánones poéticos facturados por Castellet a menudo rozó la extravagancia. Por ejemplo, al maltratar la poesía de Juan Ramón como entretenimiento de señorito de casino. También fue monitor de los Novísimos y padrino de la Poesía de la Experiencia. Luis Goytisolo cuenta en sus memorias cómo le quitaron a Manuel Puig, con La traición de Rita Hayworth , el Premio Biblioteca Breve que le concedía el jurado, para dárselo a Últimas tardes con Teresa , la novela de Marsé pulida en el Jardín de los Melancólicos. Eran los turbios manejos de un personaje literario, que surgió y murió en sus versos.

LAS PERSONAS DEL VERBO

Su obra poética gira en torno a una idea obsesiva, que domina tanto su recorrido vital como sus recreaciones literarias. El paso del tiempo, cuya cadencia convierte en inútil cualquier esfuerzo, porque nada conseguirá detener su marcha. Precisamente por eso, el poeta se obstina en desvelar su verdad moral, anotando la propia peripecia a partir de un ejercicio de memoria nostálgico y alicaído. Gil de Biedma contempla su historia personal con irónica conciencia de la fugacidad. Describe su desarrollo moral y su compromiso en Compañeros de viaje (1959), muestra su perfil más íntimo en Moralidades (1966) y acoge el abatimiento del fin de la juventud en Poemas póstumos (1969).