Diario de León

El alcalde que echó a Umbral de León

Su columna ‘La ciudad y los días’ no duró ni dos meses en 1961, porque el regidor le invitó a abandonar la ciudad. Francisco umbral (Madrid, 1932-2007) tuvo una relación de amor-odio con León, ciudad en la que dio sus primeros pasos profesionales y de donde tuvo que salir huyendo por orden del alcalde de turno. Dos décadas después de su despedida de León el periodista se cobraba venganza haciendo un ‘repaso’ a la cultura de la ciudad

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Mi vinculación con León es entrañable, porque toda la familia de mi madre es leonesa. Fui a León de muy niño, en el año 40 o 41, y pasé allí un año». Así recordaba Francisco Umbral su relación familiar con una ciudad que fue también la primera escala de su fructífera trayectoria laboral. Un León con el que mantendría una relación de amor-odio. Trabajó en la emisora La Voz de León a finales de los 50, donde tuvo programas tan célebres como El piano del pobre. El 12 de enero de 1961 iniciaba en Diario de León su crónica La ciudad y los días , una aventura periodística de corto recorrido. Escribiría exactamente 21 artículos. El periódico, que había anunciado en primera página el fichaje de Umbral, con foto incluida del escritor, repetía portada 25 días después con el texto: «Francisco Umbral ha salido para Madrid. Los imperativos de la vida y la categoría de un trabajo merecido le alejan de nuestro lado». Veinte años después el autor de Las ninfas se sinceraba en una entrevista en este mismo periódico, sin miedo ya a la censura, y esclarecía cómo y quién le había ‘invitado’ a abandonar la ciudad.

Umbral había participado, por enfermedad del moderador, en un cinefórum —entonces muy en boga— sobre la película Orfeo , de Jean Cocteau. «Aquella gente se puso muy furiosa porque no había entendido nada y la película no les había gustado. Les parecía que era una especie de engaño. Yo en el coloquio me irrité bastante. Dije que aquello no era un cineclub, que era un cine de pueblo; vamos, un corral. Aquel día hice un comentario en la radio diciendo lo mismo y también en Diario de León», relataba Umbral.

Efectivamente, en el periódico del 9 de enero de 1961 hay un artículo sin firma titulado ‘Discutida sesión del cine club Círculo Medina’, que asegura: «La fuerte personalidad de Cocteau fue trazada de manera certera por Francisco Umbral, que tuvo a cargo la presentación del filme y la dirección de un coloquio que no cuajó por la falta de preparación del público asistente».

Lo que parece una simple anécdota, tuvo sin embargo graves consecuencias. Era expulsado de la ciudad. Eran los tiempos en los que las autoridades ‘cortaban cabezas’ en los periódicos. Umbral no hablaría del tema hasta los ochenta. Entonces relató que tras el tenso cinefórum se orquestó contra él una campaña de desprestigio en medios oficiales, fundamentalmente desde Proa (el periódico del movimiento). «Comenzó un boicot general de la ciudad, sobre todo de los elementos franquistas. El alcalde me dijo que me ‘aconsejaba’ o me ordenaba que abandonara la ciudad». En esa fecha el regidor de León era José Martínez Llamazares.

Conocido por su lengua afilada, el autor de Spleen de Madrid confesaba que «Diario de León, seguramente por oposición al periódico de Falange, Proa , estaba muy abiertamente conmigo».

El autor de Diario de un snob saboreó su venganza y la sirvió en un plato frío tras veinte años del episodio que le costó su empleo de periodista en León. Días antes del fallido golpe de Estado del 23-F, Umbral, que por entonces ejercía de enfant terrible del periodismo en un Madrid lleno de agitación política y hervidero de conspiraciones, aprovecha para desvelar que de León le había echado un alcalde. También Umbral, que en aquel momento era considerado uno de los mejores novelistas y, sin duda, uno de los más ‘taquilleros’, se sinceraba sobre la clase cultural con la que había convivido en el León de los sesenta. Una sinceridad que sonó a ráfaga de disparos. «En Madrid el ambiente es más acogedor, más amistoso. Existe menos la envidia que en León. Por otra parte, se encuentra uno con más medios y más alicientes».

Decía que no guardaba rencor a la ciudad, «tener rencor a una ciudad es cosa de estúpidos», pero a continuación describía a León como ciudad provinciana, pacata y sin apenas inquietudes culturales. «Victoriano Crémer era más o menos el hombre rebelde de la ciudad dentro de los límites de la época. Luego estaba la vida cultural oficial llevada por la Sección Femenina, los Círculos Medina, etcétera». Pese a su precipitada huida de León, volvería cuatro años después a Villablino a recoger el Premio Provincia de León. Igualmente, en 1962 publica en las páginas del Diario un artículo titulado Unamuno y los católicos.

En 1967 fue finalista en el concurso de cuentos de la Caja de Ahorros de León, que ganó Manuel Linares. Una edición en la que, por detrás de Umbral, resultan premiados Jesús Torbado y Luis Mateo Díez. Del autor de Celama Umbral destaca: «Escribe maravillosamente». Poco proclive a los halagos, hace una excepción con Gamoneda, al que califica como «magnífico poeta y poeta en lo permanente. Su poesía está en el todo y en el siempre».

En sus columnas de actualidad Umbral habla de los accidentes en la minería, de la vida cultural de León y Astorga, de la cosecha de vino en el Bierzo, de un barco asaltado por piratas en el que viajaban dos leonesas, de los cursos de esquí en la montaña y de los carnavales... Su estilo y los contenidos, medio siglo después, resultan irónicamente actuales...

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