Puértolas: «Ni el peor genocida es irrecuperable»
l. El escritor francés ha convertido en un fenómeno mundial su novela ‘El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea’. Romain puértolas, francés de origen español, ha tenido decenas de oficios antes que escritor de éxito. Ahora publica la surrealista ‘el increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de ikea’
Colecciono cientos de cartas de rechazo de las editoriales. Pero jamás me desanimé». Lo dice con una sonrisa franca y contagiosa Romain Puértolas (Montpellier 1975), francés de origen aragonés que ha vivido muchas vidas antes de cumplir los cuarenta. Fue DJ, músico de rap, traductor, profesor de idiomas, limpiador de tragaperras, azafato de tierra en el Prat, empleado de Aena en Madrid y policía de fronteras en Francia. Ahora se acomoda en la vida de escritor de éxito que acaba de estrenar.
Con una novela desternillante, fresca y original, El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea (Grijalbo) reventó el mercado francés. Con una veintena de ediciones, va camino de repetir el fenómeno en los casi 40 países que han adquirido los derechos. Eligió entre una docena de productores para llevar al cine la descacharrante peripecia de un faquir, un estafador de medio pelo que vuela de Rajastán a París para comprar en Ikea el último modelo de la cama Misklavospikan con 15.000 clavos desmontables. Dhjamal Mekhan Dooyegha (pronúnciese llámame cuando llegues) acabará atrapado en un armario que dará bandazos por toda Europa. Junto a unos sudaneses ilegales cruza el Canal de la Mancha, es deportado a Barcelona por los acuerdos de expatriación europeos, y, previo paso por Roma, arriba a Trípoli, en «el lado equivocado del Mediterráneo», sumida en las revueltas posteriores al derrocamiento de Gadafi. En este periplo Puértolas denuncia, entre las incontenibles carcajadas del lector, la terrible situación de los inmigrantes clandestinos. «Soy un optimista nato, veo la vida en rosa como la canción de Piaf, y creo que el humor es eficaz para contar una situación terrible», dice el exconsejero de Policía de fronteras, que combatió las redes de tráfico de inmigrantes antes de abordar su fábula sobre la odisea de los clandestinos en la Europa rica. «Quise ponerme en el cerebro de un clandestino, ser subjetivo», afirma. En un maletero Sabe que el fenómeno es imparable, que «seguirán jugándose la vida».
Él haría lo mismo
«Jamás hay que ponerse límites. Nacer en un país paupérrimo no debe condenarte ni impide que puedas hacer cosas muy grandes. Si Obama se hubiera resignado por ser negro, no estaría en la Casa Blanca». «Cada cual tiene su futuro en sus manos. Los clandestinos pueden escoger quedarse en Sudán o buscar otra oportunidad. De haber nacido en Sudán, yo me habría metido en el maletero de un coche camino de Europa». Su faquir acaba escondido en el armario, «que es mucho mayor que los huecos donde se esconden los clandestinos». Es un «estafador, amoral, inhumano y malvado», pero será bien tratado y se redimirá.
«En el corazón mas abyecto habrá siempre algo de bondad. Nadie es irrecuperable. Nacemos iguales y es la vida y la educación lo que nos corrompe. Ni el peor genocida es irrecuperable», plantea. La única solución para cortar la marea migratoria es «invertir en el desarrollo de los países de origen», dice. Sabe que mientras persista la desigualdad «el mundo rico será un imán y se jugarán la vida». «Una frontera no es hermética y por más que alcen las vallas y cuchillas, como en Ceuta y Melilla, no los pararán». «Las mercancías circulan con mucha más facilidad que las personas en Europa», concluye. Conecta Puértolas su vena humorística con el Eduardo Mendoza mas satírico y los pícaros españoles. «La situación más triste hay que verla de manera optimista. Si te para y lloras no consigue nada», insiste.
«Soy un camaleón y este faquir es Don Quijote, el Lazarillo y el Gurb de Mendoza, alguien que «aterriza en un lugar desconocido y hace marcianadas, un recurso tan antiguo como la propia literatura», reconoce. Puértolas es un torbellino y destila optimismo. Viste una blanca camisa-folio sobre la que escribió algunos capítulos de su novela, «la octava que escribo y primera que publico».