Un expatriado en la mente del asesino
l. Mikel Santiago publica el thriller ‘La última noche en Tremore Beach’. el narrador vasco Mikel Santiago salta de la edición digital al papel con su primera novela, ambientada en Irlanda y a caballo entre la fantasía y la intriga. «Los asesinos racionales dan más juego que los psicópatas», dice
Como tantos de su generación Mikel Santiago (Portugalete, Vizcaya 1975) se echó al mundo para buscarse la vida. Trabaja hoy en Ámsterdam como informático pero antes lo hizo en Dublín. Narrador vocacional, músico en bandas eclécticas e inquietas, en Irlanda encontró la inspiración y el coraje para escribir la novela que le ha abierto las puertas del mundo editorial. La última noche en Tremore Beach (Ediciones B) es un híbrido con elementos fantásticos, de terror e intriga con ecos de Stephen King, John Connoly o Patrica Highsmith, que le ha permitido saltar de la edición digital a la convencional.
Los editores fueron en busca de Santiago después de que su ‘Historia de un crimen perfecto’ saltara de su blog, ‘el relatódromo’, al club de los cien e-books más vendidos y cosechara mareantes cifras de descargas.
«Lo colgué y lo olvidé mientras programaba videojuegos. Pero fue best-seller en Estados Unicos, con Barnes & Noble, atrajo a varios scouts y agentes literarios, así que me puse las pilas». Lo explica jovial entre un clásico pub de Temple Bar y una playa a media hora de Dublín. La confianza de los editores en su novela ha permitido al debutante autor promocionarla sobre los escenarios originales. «Un viaje por Donegal fue el disparadero de la novela», fruto de «una doble historia de amor por la música e Irlanda». La protagoniza Peter Harper, prestigioso compositor de bandas sonoras que, tras un traumático divorcio, se refugia en Tremore Beach, un rincón perdido de la costa irlandesa, para recuperar la inspiración. Pero la enorme y solitaria playa será el escenario de una aventura fantástica y aterradora. Cerca de «un pueblo como el de doctor en Alaska per irlandés», el músico conocerá a Judie Gallagher otra expatriada, pero una noche de tormenta a Peter le alcanzará un rayo. Mientas espera a sus hijos experimenta unas espeluznantes y sangrientas visiones y descubre aterrado que han llegado para quedarse en su cabeza. «El protagonista busca lugares que le reconforten cuando se siente herido heridos, y la narración refleja en algún modo la vida de un expatriado», un papel en el Santiago lleva siete años «en general positivos».
«He ganado muchas cosas y no sé bien lo que me he perdido. Para la parte creativa y profesional me ha dado perspectiva, otra manera de ve mi país y el mundo» dice. «Estás en un limbo de gente que solo puede permitirse tener energía, en un mundo sin cinismo, sin pereza, obligado a mirar hacia adelante y en el que no te puedes permitir deprimirte» asegura.
«Salí muy enfadado con todo y me he reconciliado con casi todos» reconoce. Echa de menos el abierto carácter ibérico este sociólogo y programador autodidacta para quien «trabajar en una gran empresa no es el ideal, aunque me ha dado medios, libertad y disponibilidad laboral». Aún trabaja el mundo del software en Holanda, roba tiempo al tiempo para tocar la guitarra en bandas de blues-rock y escribe por los cafés de Ámsterdam. «Me aíslo mucho mejor entre gente que no conozco y en el bullicio de los bares» asegura Santiago, que como músico lideró bandas como la bilbaína Negraloca.
Suspense
De poner alguna etiqueta a su novela «sería la de suspense». «Sabemos qué va a ocurrir un acto violento pero no sabemos cuándo, que es una definición clásica del suspense». «No es terror puro ni fantasía. Es un tablero de ajedrez que da al lector una lógica inversa para situar a todos los personajes y la trama» dice el escritor cuya vocación lectora se fraguó con Los Cinco, Sherlock Holmes y Edgar Alan Poe. «Irlanda es literariamente muy potente y me inspiré en la zona más dura, en Donegal, en pueblos como o Doolyn, con viento aterrador y paisajes desolados» explica Santiago que resume su novela como «la historia de una amenaza inexorable, que es mucho más terrible cuando procede de alguien que conoces bien y recae sobre gente que quieres».
«No hay un misterio que enconar ni una adivinanza», insiste, reconociendo que autores como Stephen King Patricia Highsmith «explican casi todo lo que escribo». De la reina del suspense aprendió que los asesinos pueden ser «muy atractivos». «Hay psicópatas muy seductores, pero tengo más simpatía por los criminales racionales que dan mucho más juego». «Es más divertido escribir desde la cabeza del asesino que desde la del policía, Highsmith es capaz de hacer empatizar al lector con los seres más abyectos y mi tendencia es crear intrigas sin policías ni detectives», resume.
Desde que triunfó en la red sabe que «medio planeta se pregunta si existe el crimen perfecto» y que «eso me da lectores». «No sé si existe, pero a mí siempre me ha salido mal. Sería un criminal muy torpe», ironiza. Esta satisfecho de su «primera novela cerrada tras muchas revisiones». «He escrito siempre pero solo cuando la música se cayó y tras una mala época, opté con más decisión por la literatura. No necesita locales de ensayo ni otros compañeros de viaje» explica.
«La clave es no tenerle miedo a fallar. Crear es un acto de confianza. Hay que seleccionar y jugársela para decidir por dónde vas». Lleva fuera desde 2007 y mira hacia casa con nuevo ojos. «Tenemos que hacer mas caso al país, a nuestra propia casa; parece que le hubiéramos dejado el país a un administrador de fincas y que no nos hacemos cargo de las cosas» lamenta. «No hemos aprendo a llevar bien los asunto de casa, y es un drama». «Tenemos mucho talento, hay cracks españoles en todo los sectores. Trabajan bien y son muy listos. Les falta un país donde desarrollarlo y es tiempo de arregrarlo», concluye.