El cochero del tiempo Abe Kobe
¿No te has preguntado cómo hemos sido capaces de viajar en el tiempo sin cambiar los recuerdos, sin alterar las fotografías, los vídeos, los diarios? Hay una forma. ... Anoche me emborraché entre cigüeñas ¿y qué pasó después con las cigüeñas, si ya era febrero, y en todos los centros comerciales habían colgado el cartel de rebajas? Me emborraché y me acordé de aquella chica a la que besé tantas veces antes de haber besado. Y también de la profesora de inglés y me acordé también del profesor de química. Antes de haber besado, y de un amigo astrónomo lleno de odio con el que me reí de la vía láctea, de Yuri Gagarin, de los héroes desorbitados. Yo me vendí barato, pero por ti nadie pagaba nada. ¿No suena raro? Nos gustaban las carreras de galgos, las mujeres mayores, los zapatos gastados. Y beber entre cigüeñas y emborracharnos. Nos gustaba matarnos a hostias, y yo siempre acababa llorando. Yo me vendí barato y perdí la fe en el mercado. Y acabé bebiendo entre cigüeñas, descalzo, hablando de zapatos gastados, y sólo, y sin ti, y herido y llorando, y a ti no te compró nadie, y era febrero, y en todos los cerezos las hojas eran rojas como las rebajas de los mercados. Y volvimos a casa manchados de barro, aun un poco borrachos, como gallos de pelea, como perros derrotados.