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El poeta de cera
HOY SE CUMPLE EL CENTENARIO DE JOSÉ GARCÍA NIETO (1914-2001), CASADO CON UNA LEONESA DE VILLAMIZAR. FUE EL LÍRICO PULIDO QUE POLEMIZÓ CON «ESPADAÑA», TRAMPEÓ EL ADONAIS DE 1950, COLONIZÓ LA POESÍA DE POSGUERRA Y ADORNÓ SU DECADENCIA CON UN SILLÓN ACADÉMICO Y EL CHOCANTE CERVANTES DE 1996. divergente
Pulcro, peinado y pulido» fue su autorretrato, que también dibuja la silueta de una poesía con «versos plexiglás / transparentes por demás, / pero con poco sabor». Su medio siglo de ejercicio lírico muestra el tránsito desde el corsé formal a una expresión más suelta. Pero esa ruptura contenida tendrá que esperar hasta 1966, cuando ve la luz «Memorias y compromisos», y en su poema titulado con las fechas bélicas, la confesión del presidio: «Yo sé lo que es el miedo, y el hambre, y el hambre de mi madre y el miedo de mi madre; yo sé lo que es temer la muerte». Estaba abriendo una tercera etapa en su obra que apenas tuvo desarrollo, porque enseguida volvió a la trompetería de los sonetos y a sus cristales fingidos. Veinte años antes, don Antonio de Lama había advertido sus aciertos aislados de poeta «que promete mucho más que da», para quedar en unos cuantos «versos lindos, metáforas ingeniosas y giros de grato sabor». Fue el drama de un creador tenaz sofocado por la impostura.
POEMAS ESBELTOS A LA NADA
Nacido en Oviedo, su padre murió como secretario del ayuntamiento de Covaleda (Soria), en 1920. Entonces marcha con su madre a Zaragoza y Toledo, para recalar en Madrid nueve años después. En 1934 saca las oposiciones de secretario municipal y es destinado a Chamartín de la Rosa, entonces independiente de Madrid. Con la guerra es movilizado y a su final detenido y encarcelado. Pasa unos cuantos meses en la cárcel. En 1940, una vez depurado, se incorpora a la hemeroteca municipal de Madrid. En la década de los cuarenta publica media docena de libros y dirige dos revistas, Garcilaso (1943) y Acanto (1947), a la vez que lleva el recuelo poético de publicaciones oficiales, como El Español o La Estafeta Literaria . Encabeza el grupo de la Juventud Creadora cuyos versos flotan en un limbo atemporal, anclados en la tradición, sin contagio de influencias extranjeras y precintados a la realidad circundante. El cuidado de la forma se combina con el alejamiento de los conflictos sociales e incluso emocionales. Dios, el amor y el paisaje forman su panel temático en aquella «España de bayoneta y burocracia».
«Ayer pesaron los versos / de José García Nieto: / treinta kilos, peso bruto; cuatro gramos, peso neto». Hasta Tregua (1951), su voz no emerge de la servil mediocridad. No obstante, su profusa versificación lo convierte en el más destacado poeta de la corriente formalista de posguerra. Una década en la que polemiza con Crémer, regaña a Celaya por su compromiso y sostiene un largo noviazgo con la leonesa María Teresa Sahelices (hija del empresario minero Quirino), «moteado con jóvenes admiradoras en cafés discretamente periféricos». En la cuadrilla de Cela había formado parte de la expedición a Las Navas del Marqués que dio lugar a su precoz Versos de un huésped de Luisa Esteban (1944): «Te has quedado aquí, Luisa Esteban; conmigo y en mis versos».
LA IMPOSTURA DEL ADONAIS
Pero cuando estalló el escándalo fue al conocerse que la joven llanisca ganadora del cuarto Adonais trabajaba con él en la Hemeroteca. Estuvieron en aquel jurado, que desechó dos buenos libros de Crémer e Ildefonso Manuel Gil, García Nieto, Aranguren, Pérez Embid y Cano, presididos por Gerardo Diego. El premio fue para Dama de soledad , de Juana García Noreña, que recibe Ángeles Fernández de la Borbolla, habitual en los veladores del Café Gijón. Un acróstico del libro desvela a su auténtico autor, que no es otro que José García Nieto. Ángeles de la Borbolla trata de defenderse de las acusaciones aceradas de Eugenia Serrano en Pueblo , pero no aguanta mucho, a pesar del apoyo de Gerardo Diego y de otros amigos, antes de refugiarse en Cuéllar, en brazos de la poeta Alfonsa de la Torre (1915-1993). En el chalet modernista La Charca, rodeado de pinares y animales exóticos, la descendiente de Pedro I hizo su obra y vivió sus amores, siempre en la cuerda del riesgo. Se abrasó en el horno alquímico, vaticinó hechos venideros, como la nevada del día de su muerte, vistió los tules de la escuela de Alejandría y arropó el desamparo de la poeta llanisca. A la muerte de Alfonsa, su hermano Basilio desalojó a Ángeles de la casa, quemó los textos de las poetas y malbarató en almoneda su magnífica biblioteca.
CUELGA DE PREMIOS
Aunque nunca incorporó Dama de soledad a su bibliografía, García Nieto iba a hacer acopio en lo sucesivo de una nutrida colección de galardones, hasta culminar con el Cervantes de 1996, que le sirvió en bandeja el ya nobelizado Cela. A partir de 1952, dirige la influyente Poesía española , que depende de Cultura Hispánica. Ahí tiene en los sesenta como secretario a Francisco Umbral. Entre 1951, cuando ve la luz Tregua , y 1961, fecha de aparición de Geografía es amor , discurre la etapa de madurez de su obra, jalonada con dos Premios Nacionales. En medio, quedó La red (1955), Premio Fastenrath, con el despliegue de ataduras que lo ligan a Dios. Su universo poético incorpora la congoja de los dramas humanos frente a la armonía aturdida de la década anterior. Aparece la profundidad metafísica en su sentimiento religioso y poco después atisbos de intimidad cargados de dramático lirismo. La evolución se percibe en sus libros sucesivos: Memorias y compromisos (1966) y Hablando solo (1968, Premio Ciudad de Barcelona), para culminar en Súplica por la paz del mundo y otros collages (1977, Premio Boscán) y Los cristales fingidos (1978, Premio Angaro). En 1983 ingresa en la Academia, con un discurso en verso, y recibe el Cervantes de 1996 con la salud muy mermada.