Diario de León

Amos Oz busca de nuevo la pantera

l. Escribe un ensayo que describe las lecciones políticas de la Biblia . ‘Los judíos y las palabras’ es la obra en la que amos oz y fania oz salzberger defienden que la supervivencia de los judíos está en la ley, la narración y la gran cadena de la memoria

El escritor israelí Amos Oz publica con su hija ‘Los judíos y las palabras’

El escritor israelí Amos Oz publica con su hija ‘Los judíos y las palabras’

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antonio paniagua
León

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La idiosincrasia del pueblo judío se fundamenta en la palabra y en la transmisión a los hijos de la herencia intelectual. Antes que un linaje basado en la pureza de la sangre y los cromosomas, existe una ascendencia que se asienta en los libros. Por eso se dice que el judaísmo es más una civilización que un credo. Ésta es la tesis que mantienen el escritor Amos Oz y su hija, la historiadora Fania Oz-Salzberger, en el ensayo Los judíos y las palabras (Siruela). «El alumbramiento y la crianza de los hijos han sido siempre preocupaciones cardinales, por no decir obsesiones, para las mujeres judías, desde la matriarca Sara hasta las actuales mujeres de carrera», argumenta Oz-Salzberger. Para esta estudiosa del judaísmo, que aborda la historia de este pueblo desde una perspectiva laica y no creyente, la supervivencia de los judíos tras sucesivas persecuciones y pogromos estriba no en la continuidad genética, «sino en la ley, la narración y la gran cadena de la memoria». «Nuestra escala de medir está hecha de palabras», apostilla.

Muchos de los textos judaicos, aunque tengan una naturaleza religiosa, transcienden su carácter teológico, de modo que de ellos se pueden extraer lecciones jurídicas, políticas, filosóficas, históricas y, claro está, morales. «Cuando en 2011 se produjeron protestas en las calles de Tel Aviv, no pocos jóvenes utilizaban la Biblia como texto para defender la igualdad, la justicia económica y el Estado de derecho». Los Oz entiende que la Biblia puede ser leída como producto de una creación humana. Si se proscribiera a Dios en el Corán o el Nuevo Testamento, estos textos sagrados quedarían en nada. Sin embargo, la Biblia hebrea permite una lectura no devocional. «Conmueve y apasiona de un modo comparable a las grandes creaciones literarias. Ningún poema ha dejado grabado, de forma tan efectiva, un código legal, ni ha trazado tan convincentemente una ética social», escriben padre e hija.

Durante milenios los judíos carecieron de arquitectura, tierra, héroes y hasta de santos lugares. En cambio, su patrimonio estaba compuesto de libros, de ahí que un rasgo distinto de esta civilización sea el debate y la discrepancia. Por eso no es extraño que la cultura judía se critique desde dentro e incluso los sus miembros impugnen la Escrituras por establecer normas que no merecen obediencia.

Los desacuerdos se dan también dentro de la familia Oz. «Mi padre es más radical que yo. Ve los aspectos negativos de la globalización, cuando yo veo que tiene cosas positivas; él considera que internet ha traído al demonio, mientras que mí me gusta Twitter y Facebook». A juicio de Fania Oz-Salzberger, la visión de los judíos como gentes dotadas para los negocios y las finanzas tiene mucho de prejuicio enraizado en la tradición antisemita. Con todo, la historiadora piensa que ese éxito es explicable en un pueblo que ha demostrado una gran aptitud para los idiomas y el conocimiento. De la tríada de judíos que han desempeñado un papel capital en la cultura contemporánea —Freud, Marx y Einstein—, Oz-Salzberger elige al último. En cualquier caso, los tres son hijos de una tradición laica y su saber se inscribe en la costumbre de debatir y cuestionarse las creencias más firmes. El ensayo posee no pocas dosis de comicidad. No en balde, el humor judío consiste en reírse de uno mismo. Ese gusto por el humor negro a veces desprecia, según la historiadora, tabúes, hasta el punto de que algunos judíos bromean incluso con el Holocausto.

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