Diario de León

Muñoz Molina tras el asesino de Luther King

l ‘Como la sombra que se va’ persigue a James Earl Day. Filandó n Muñoz molina Indaga «con libertad plena» en el proceso creativo y recrea el paso por Lisboa de James Earl Ray, el asesino de Luther King

El escritor Antonio Muñoz Molina

El escritor Antonio Muñoz Molina

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miguel lorenci
León

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T res décadas de escritura han cambiado las convicciones literarias de Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956). Sabe ahora que la novela «no está obligada a ser ficción», que es «puro azar» y que «admite todo». También que parte sustancial de una novela «es el raro proceso que hace que exista» y que tiene «mucho que ver en cómo se forma el conocimiento en el cerebro».

La indagación en ese proceso es, en buena medida, el motor de Como la sombra que se va (Seix Barral), ficción muy real nacida de la obsesión por James Earl Ray, el asesino de Martin Luther King, quien en su huida pasó diez días en Lisboa en busca de un visado para Angola. También del poderoso influjo del ciudad en la génesis de la propia obra de Muñoz Molina.

La capital portuguesa conecta así al asesino con el escritor cuya carrera se impulsó en 1987 con El Invierno en Lisboa , segunda novela del hoy académico y Premio Príncipe de Asturias de Asturias de las Letras. Casi tres décadas después regresó a la ciudad del Tajo y el fado subido a la ola de la autoficción, alternando los recuerdos del joven llegado de Granada para forjar su destino de escritor, con las reflexiones del autor maduro que rastrea las andadas del asesino del líder pacifista.

El azar decide

«Creemos que una novela nace de un plan bien trazado, pero en realidad es fruto del azar, por no decir puro azar, o un compendio de azares; una novela siempre está a punto de no existir» reflexiona el narrador en la Residencia de Estudiantes donde presentó un novela «en la que más que seguir un plano, me dejé llevar». «Novela es una palabra muy laxa, es una construcción artificial» arguye Muñoz Molina, que quería escribir sobre sus orígenes como escritor y acabó armando una novela cargada de realidades. «Las cosas no necesitan ser inventadas para ser ficción» argumenta. «La imaginación es en realidad muy pobre. Creemos que es lo más rico que hay, pero si la dejas sola, la imaginación únicamente inventa estereotipos».

Admite haber disfrutado a modo de «una divagación sobre el proceso creativo» que abordó con «libertad plena», y quiere que «el lector lo conserve en la lectura». Algo que hicieron algunos de los autores que habitan su altar literario «como Cervantes, desde luego, Melville, que hace lo que de la da gana y para el relato de Moby-Dick para hablar de la fisiología de la ballena, o Proust, el escritor más libre que haya existido».

La raíz del odio

Se abandonó así a la obsesión por James Earl Ray, el controvertido personaje cuyos pasos lisboetas radiografía. Un «apestado» en Estados Unidos sobre el que hay un montón de libros y ninguna novela, autor de dos autobiografías, muerto en la cárcel en 1998 mientras espera un trasplante de hígado y paradigma de un odio racial que pervive y se cobra vidas.

No juzga ni trata de comprender al asesino. «Esa no es la función de la novela, que nos lleva a lo que Javier Cercas llama ‘puntos negros, a preguntas que son acaso la esencia de la novela». «En Ray está el rencor, la astucia del manipulador, además el espantoso odio del pobre blanco hacia otros pobres, los negros; una hostilidad que no sienten contra los poderosos o contra los hispanos» plantea.

«No se puede entender todo, ni llegar a lo más hondo de la mente de un asesino», pero sí indagar en la raíz de la tensión y de ese odio racial que persiste en Estados Unidos y que ha vuelto a estallar estos días en Ferguson, Musuri, tras la absolución del policía blanco que mató a un adolescente negro desarmado. «Su raíz está en la pobreza y el la desigualdad, en el sello atroz de la esclavitud del que es difícil librarse». «Hoy hay un presidente negro en EE UU y ha habido grandes progresos, pero la crisis acrecienta la galopante desigualdad que castiga más a los negros, como un sistema judicial y carcelario punitivo y clasista que abunda en esa desigualdad», apunta. «Más de la mitad de los reclusos son negros, cuando la población negra es apenas del 13%. Uno de cada tres negros de los barrio pobres ha tenido relación con el sistema penitenciario» destaca el autor de Sefarad o La noche de los tiempos , que pasa la mitad del año en Nueva York. Viajó también a Memphis tras los pasos de Martin Luther King, asesinado en aquella ciudad sureña el 4 de abril de 1968. Además de desmenuzar el asesinato de Luther King ofrece las claves sociales y política de la Norteamérica en la que la extrema violencia racista estalla cíclicamente.

Los archivos del FBI

Califica de «heroico, ambicioso y práctico» el movimiento por los derechos civiles que en este medio siglo «una de las grandes revoluciones del siglo XX, capaz de rentabilizar la no violencia y buscar caminos legales con ingenio y creatividad». Transparencia La realidad y la documentación son la base de una apasionante ficción armada a base de rastrear todo tipo de documentos oficiales. Elogia Muñoz Molina «la admirable transparencia» de instituciones que acaban de abrir sus archivos, algo insólito en España. A través de Internet «ha sido posible obtener materiales decisivos». Agradece el acceso a los archivos del FBI de la Comisión del Congreso, que investigó el asesinato en 1978. También los minuciosos informes de la PIDE, la policía política portuguesa, que reconstruyó los pasos de James Earl Ray Ray en Lisboa tras el asesinato, entre el 8 y el 17 de mayo de 1968, y que son «el eje de la novela». «Estamos habituados a que se escriba desde la base de la mala fe y la calumnia, pero la trasparencia y la accesibilidad total a los documentos, que es democracia pura, alimentan la voluntad de ser precisos y exactos, aunque sea para una ficción».

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