El regreso futurista de Rosa Montero

E n El peso del corazón (Seix Barral) recupera a Bruna Husky, una detective replicante que ya protagonizaba Lágrimas en la lluvia (2011), obra que constituye todo un homenaje a Blade Runner , el clásico dirigido por Ridley Scott. A la autora le pone de los nervios el desdén con que los españoles despachan los libros que se adscriben al género de la ciencia ficción, compuesto por obras que son muchos más que devaneos fantasiosos o un divertimento infantil para pasar el rato. «La ciencia ficción es una herramienta poderosísima para hablar de la realidad actual», dice. Con todo, el libro que acaba de publicar está a caballo entre la novela de aventuras política y ecológica, el relato mítico, la novela de misterio y, por supuesto, el relato futurista.

Como su protagonista, la novelista odia la muerte, que considera «una estafa la gran tragedia del ser humano». Y eso que Montero dice ser una mujer extraordinariamente vitalista. Esa aversión a la muerte le induce a exprimir la vida. «Al contrario de la gente que dice que vivir eternamente sería horrible, a mí sí me gustaría, yo no quiero morir». La escritora viaja al siglo XXII para relatar un mundo poblado de árboles artificiales y recrear una Gran Vía en ruinas, un escenario en el que la sombra abominable de las multinacionales planea sobre la trama.

Al personaje principal apenas le quedan tres años de vida, pero tiene que luchar con una trama de corrupción energética a escala planetaria.

Pese a que la historia que cuenta es una pesadilla, la narradora aduce que El peso del corazón es ante todo una novela de amor y existencial, aunque, eso sí, con un estructura de relato de misterio. Montero está contenta por haber creado un mundo propio novelesco que puede visitar cuando le plaza. Aunque la actual novela no forma parte de una trilogía ni nada semejante, si que tendrá continuidad. Porque desembarazarse de un universo de ficción como el que habita Bruna Husky es muy desazonador. Por este motivo comprende muy bien a J. K. Rowling, quien se sumió en la depresión y no salía de la cama cuando dio por acabada la saga de Harry Potter.

Supervivientes

Si algo caracteriza a El peso de la noche es que Rosa Montero vuelve a retratar a una superviviente, como ocurre en casi todas las obras de la prosista, quien erróneamente estaba convencida de que sus novelas versaban sobre perdedores, pero tratan de perdedores que puede asomar la cabeza y sortean la adversidad. Pues Bruna Husky es un ser escindido entre la autosuficiencia y la apremiante necesidad de cariño.

Parafraseando a Elías Canetti, «es una fiera atrapada en una jaula sin salida». «Todos mis personajes empiezan pasándolo fatal e ignorando muchas cosas de sí mismos, hasta que afrontan una ordalía, una prueba, y acaban construyéndose una familia de monstruos más válidos que todos los demás».

El peso del corazón aborda cuestiones profundas, «ulcerosas, como el paso del tiempos, la memoria y la identidad, que son un invento, la falta de fiabilidad de lo real o la relación con el poder». Rosa Montero argumenta que su novela arroja luces y sombras, no describe mundos tormentosos o distopías pero tampoco utopías. «Si alguien hubiera sabido lo que iba a pasar en el siglo XX -las dos guerras mundiales, el Holocausto, el Holocausto, el genocidio de los jemeres rojos- se habría desmayado. Pero el siglo XX trajo el desarrollo de un centenar de países, los derechos de las mujeres, el reconocimiento de las diferencias sexuales, el laicismo, la ecología y la creación de organismos supranacionales».