Unir la vida al deseo de la imaginación

C on Juan Carlos Mestre se inicia una colección de antologías individuales, con prólogo en este caso de Jesús Aguado y epílogo del propio poeta. Mestre dispone ya de una obra con entidad y consistencia reconocidas por la crítica, los premios (Nacional, de la Crítica, etc.) y, sobre todo, los lectores de aquí y de allá, de España e Hispanoamérica. Por otro lado, la poesía de Mestre ha marcado perfectamente su territorio: ninguna otra se parece a ella; es la más imaginativa y visionaria, a lo que se añade la expresión en versículos salmódicos que se van sucediendo litánicamente como los de los viejos profetas. Nada parecido hay en nuestra lírica, lo que evidencia su singular originalidad. Estas y otras características las he ido desgranando en las reseñas dedicadas a cada uno de su libros en las páginas de Filandón, por lo que en esta me referiré exclusivamente a la antología que el poeta ha titulado Historia natural de la felicidad.

En el prólogo, Jesús Aguado define la de Mestre como «poesía de la conciencia» en dos direcciones: como compromiso ético con la existencia (de los más débiles sobre todo) y como resistencia frente al discurso de la autoridad.

Es difícil resumir en pocas líneas esa visión de la poesía de Mestre como fundadora del mundo, al que da visibilidad. Su poesía se propone rescatar las palabras desnaturalizadas por el poder y restituirlas a la libertad. Esta labor contribuye decisivamente a la felicidad natural del mundo; no a una felicidad secuestrada o de mínimos, cuajada en el sufrimiento o la violencia, sino a la felicidad original, natural, no impuesta. La poesía de Mestre, comenta Aguado, lo es «de la felicidad que no se tendrá por tal hasta que todos participen en ella», pues va unida al sentido ético y político de la libertad en un mundo antipoético e inhumano.

En el epílogo, Mestre entiende la poesía como resistencia frente a los que quieren silenciar la palabra, a la que quiere devolver la conciencia crítica y abrirla a la imaginación y a «lo real enigmático» del universo. Es, dice, «un inextinguible acto de fe: unir la vida al deseo de la imaginación». Leamos a Mestre. Es esta una antología bien nutrida de todos sus libros, de La visita de Safo (1983) a La bicicleta del panadero (2012), con poemas inéditos en un final Museo de la clase obrera. En el centro, La tumba de Keats (1999), un poemario absolutamente imprescindible.