Diario de León

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Pasión reformadora

TERESA SÁNCHEZ DE CEPEDA (1515-1582) FUE UNA MUJER HERMOSA, SAGAZ Y VEHEMENTE. DE JOVEN SE AFICIONÓ A LA LECTURA Y SIEMPRE MANTUVO EL INTERÉS POR LOS LIBROS. CON 24 AÑOS, UN SÍNCOPE LA POSTRÓ EN COMA DURANTE CUATRO DÍAS. ENTONCES LA AMORTAJARON, SELLÁNDOLE LOS OJOS CON CERA. PERMANECE TRES AÑOS EN CAMA, SIN MOVERSE. divergente

Escultura de Teresa de Jesús

Escultura de Teresa de Jesús

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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V enía de padecer las purgas estrafalarias de una curandera en Becedas. Más tarde, a pesar de las secuelas, su naturaleza resuelta y audaz la empujó, ya con 52 años, a recorrer durante dos décadas más de cinco mil kilómetros, fundando 17 conventos. A su condición de mujer achacaba las limitaciones en su formación humanística («no tenemos letras las mujeres»), aunque fue siempre amiga de letrados y gran conversadora con ellos. Sus hermanos se acomodaron en empresas de Indias y uno de ellos, Lorenzo, la ayudó para salir adelante en sus fundaciones, porque tampoco encontró más apoyos en sus primeros tiempos. Sí tuvo el respaldo de Fray Luis de León o Fray Juan de la Cruz, y también de los jesuitas. Fray Luis se encargó de la edición póstuma de sus escritos, que titula Libros de la Madre Teresa de Jesús (Salamanca, 1588), y a los que antepone una resuelta apología, reconociendo su excepcional capacidad expresiva. Su categoría literaria se basa en su fuerza comunicativa, que consigue hacer accesible cualquier asunto que trate, sea místico o doméstico. La elegancia sin adornos de su prosa la convierte en protagonista destacada de la literatura de los siglos de Oro.

TENAZ Y ANDARIEGA

Su peripecia y evolución espiritual se pueden seguir a través de sus obras de carácter autobiográfico, entre las que figuran algunos de sus libros mayores: Libro de la vida (escrito por obediencia entre 1564 y 1565), las Relaciones espirituales (cartas dirigidas a sus confesores y a San Pedro de Alcántara), el Libro de las fundaciones (iniciado en 1573 y publicado en 1610) y sus cerca de quinientas Cartas, que enriquecen e iluminan el material autobiográfico. La Vida abarca desde su infancia hasta la fundación del primer convento reformado: San José de Ávila, en 1562. Es, según uno de sus especialistas, como «una carta de grandes dimensiones». Gracias a ella se sabe de su afición infantil por los libros de caballerías y las vidas de santos. En 1531, su padre la internó como pupila en el convento de Santa María de Gracia, pero al año siguiente tuvo que volver a su casa aquejada de una grave enfermedad. Determinada a tomar el hábito carmelita contra la voluntad paterna, en 1535 huyó al convento de la Encarnación. Vistió el hábito al año siguiente, y en 1537 profesó.

Por entonces empezó para ella una época de angustia, achaques y enfermedad, que se prolongaría hasta 1542. Durante estos años empezó a practicar el método de oración llamado «recogimiento», que expone Francisco de Osuna en su Tercer abecedario espiritual. Repuesta de sus dolencias, empezó a instruir a un grupo de monjas en la vida de oración y a planear la reforma de la orden carmelita, para devolverle el antiguo rigor. Empezó entonces a ser favorecida con visiones, que se iban a suceder a lo largo de su vida y que determinaron sus crisis para averiguar si aquello era espíritu de Dios o del demonio. Su ideal de reforma de la orden lo plasmó con la fundación del convento de San José en Ávila.

AUTORA RENACENTISTA

Libro de las Fundaciones (1613) recoge el relato de la actividad fundadora a que la condujo su vocación andariega, creando conventos del Carmelo descalzo en Medina del Campo (1567), Malagón (1568), Valladolid (1568), Toledo (1569), Pastrana (1569), Salamanca (1570), Alba de Tormes (1571), Segovia (1574), Beas (1575), Sevilla (1575), Caravaca (1576; fundación a distancia: la santa no acude), Villanueva de la Jara (1580), Palencia (1580), Soria (1581), Granada (1582; fundación a distancia: la santa no acude) y Burgos (1582). En 1568 se erigió en Duruelo (Ávila) el primer convento reformado masculino, gracias a la colaboración de San Juan de la Cruz y del padre Antonio de Heredia. Redactó las Constituciones (1563), que fueron aprobadas en 1565 por Pío IV, y se basan en los siguientes puntos: vida de oración en la celda, ayuno y abstinencia de carne, renuncia de rentas y propiedades, comunales o particulares, y práctica del silencio.

Para ayudar a sus monjas en la realización de su ideal de vida religiosa, compuso Camino de perfección (escrito entre 1562 y 1564 y publicado en 1583), que contiene «avisos y consejos que da Teresa de Jesús a las hermanas religiosas e hijas suyas» y Las moradas o Castillo interior (1578), resultado de su esfuerzo por presentar un sistema de su experiencia y de sus visiones interiores: las Siete Moradas son sucesivos grados de la oración que conducen a Dios. La reacción de los miembros de la antigua observancia carmelita llegó a su punto culminante en 1575, cuando denunciaron a los descalzos ante la Inquisición. Un breve de Roma, en 1580, ordenó la separación de las dos órdenes. En 1604 se inició el proceso de canonización de Teresa. En 1614 fue declarada beata, y en 1622 resultó canonizada por Gregorio XV. En 1970 fue proclamada doctora de la Iglesia, siendo la primera mujer que recibía esta distinción. Sus Cartas muestran la escritura más espontánea y vivaz de Teresa y permiten seguir el rumbo de sus andanzas fundacionales. Viajó de forma infatigable y mantuvo contacto con sus conventos a través de cartas, cuyo envío puntual le permitió aconsejar o reprender, según tocara en cada momento. Sus Poesías estaban dedicadas a alentar la vida interior de sus comunidades.

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