Santa Teresa en la pluma de un excéntrico
l El viajero Percy Hopewell rescata a una mujer vital y transgresora . A lo largo de este año ‘teresiano’ está surgiendo un continuo goteo de libros relacionados con la mística. El último en incorporarse al pelotón aparece con un perfume distinto. Se titula ‘Santa Teresa is different. Andanzas por tierras abulenses de un excéntrico inglés’.
E l viajero Percy Hopewell rescata a una mujer vital, transgresora y con un «inmortal sentido del humor». Es un viajero de peculiar mirada que amenizó las páginas del dominical El Semanal (hoy XL Semanal ) en los años 90 del pasado siglo. La novedad del libro es el enfoque, el punto de vista. Hopewell llega a Ávila sin saber nada de Santa Teresa —o sabiendo muy poco— y a medida que recorre la ciudad, habla con sus gentes, visita los lugares teresianos y rastrea sus huellas, nos va modelando a una mujer «de grandes virtudes y virtuosas artimañas», según el autor de la obra
Hopewell alterna los datos históricos con sus vivencias en la urbe y en los pueblos vinculados a la monja andariega, como Gotarrendura, Duruelo, Fontiveros, Becedas y Alba de Tormes, entre otros. En Ávila charla con el padre carmelita Daniel de Pablo (uno de los máximos expertos en la doctora de la Iglesia), visita a las monjas de la Encarnación (le pregunta a la priora si sabe quién ha ganado la Champions), recaba la opinión sobre el edificio que Rafael Moneo levantó en la plaza de la santa (a casi todos los abulenses les parece un horror), alaba las exquisiteces del restaurante El Almacén (uno de los de mayor postín de la ciudad) y nos descubre «la magia» del Centro Internacional Teresiano y Sanjuanista (CITeS), un espacio que imparte cursos y seminarios todos los días del año y adonde acuden miles de admiradores de Santa Teresa y San Juan de la Cruz.
«El gran mérito de este centro es hacer compatible el fervor con la alegría». Para Hopewell, las dos grandes armas de Santa Teresa son «su perseverancia y su atractiva cercanía, bien visibles en muchos de sus escritos»
Adversarios
Santa Teresa llegó a ser lo que es a base de luchar contra viento y marea. Se enfrentó a la Inquisición —«su mayor milagro fue que no la quemaran en la hoguera»—, y además tuvo que lidiar con la altiva princesa de Éboli, con el adusto Felipe II, con algunos confesores (que la tenían por bruja), con muchas monjas (que la acusaban de embaucadora) y con el pueblo de Ávila, contrario a que emprendiera la reforma del Carmelo. «A base de astucia logró camelarse a todos», explica Hopewell, autor de El viajero impertinente y De París a Moscú en ferrocarril , entre otras obras
Sus adversarios le obsequiaron con lindezas tales como «paranoica», «neurótica», «visionaria», «iluminada», «paladín de la egolatría» o «santa patrona de la histeria».
A juicio de Hopewell, hay algo que hace indestructible: su escritura. «Una prosa desmañada, a veces infantil, llena de coloquialismos, pero con una fuerza y una personalidad que ha llegado a nuestros días con la misma frescura que cuando fue concebida». «Ella fue mortal, pero no su alma ni su sentido del humor», subraya
Este atípico trotamundos (la Policía le multa por llevar una chimenea en el Dos Caballos en el que viaja) traslada al lector al palomar de Gotarrendura (se conserva intacto), a Castellanos de la Cañada (donde sobreviven restos de la hacienda de su hermana María) o a Becedas, pequeña localidad al sur de Ávila donde una curandera la recetó unos brebajes que casi la matan. «Los vecinos de este pueblo están que echan las muelas porque no han incluido a Becedas en la ruta del V Centenario», explica
Libro singular de un singular viajero que ha dejado su huella en la conmemoración de los quinientos años del nacimiento de una mujer cuya vigencia —como escritora y como santa— continúa intacta.