Palabras mayores, miradas jóvenes
palabras mayores Emilio Gancedo Pepitas de calabaza, Logroño, 2015. 384 páginas.
N o abundan en estos tiempos los libros de viajes planteados desde la perspectiva tradicional: caminar, observar el paisaje y escuchar al ser humano. Estas tres condiciones se cumplen en la obra de Emilio Gancedo, fruto de una experiencia itinerante de medio año. Las casi cuatrocientas páginas de apretada tipografía son el feliz resultado literario de ese caminar por todas las comunidades españolas.
La recuperación de una fauna humana, diversa y variopinta, responde a planteamientos sencillos en teoría pero complejos en su realización. Se inicia con una primera mirada al espacio que, magníficamente captado con trazos impresionistas, se transforma en escenario humano. En él surgen las confesiones personales, mínimamente perfiladas por el autor. Se trata de escuchar los testimonios de gentes humildes, en las que coinciden dos factores dramáticos: la pobreza y la guerra. De ellos surgen vidas heroicas, de sufrimiento inmenso, de durísimos trabajos, pero con una condición humana admirable. La narración de esas experiencias vitales ofrece formas diferentes: semblanza, retratos, etopeyas, biografías… Estamos casi ante una sociología delicadamente humanizada. La obra se cierra con un capítulo representativo, de título preciso y evocador: «Lo sobrenatural en los extremos». El anverso lo representa Fernanda Blasco Mendoza, natural de Olivenza, símbolo de la mujer culta, excelsa, de intensa y delicada filantropía. El reverso lo da el hurdano Francisco Hernández Martín, Quico, con una concepción mítica de su tierra y de su propia vida. Son dos seres que cierran con feliz e inesperada armonía este libro de viajes. En las líneas finales del ‘Epílogo’, se observa una extraña pero explicable melancolía en el autor, mientras… «se levanta una cierta brisa que eriza de ondas el agua y agita las ramas de las encinas».