poesía
El frío empapado de la noche
este cuento se ha acabado Luis Miguel Rabanal Renacimiento, Sevilla, 2015. 776 páginas.
D ecir Luis Miguel Rabanal es columbrar una oleada de palabras movidas al ritmo del amor y del dolor. Toda su vida se ha visto amarrada a la pluma y al deterioro corporal. Con una voluntad inflexible sigue dictándole al ordenador las esquirlas de su mundo, que es ya propiedad de los lectores. Cuando el fuego amigo (Leteo) ha promovido la reunión de su poesía nos encontramos con un volumen de más de 700 páginas que el poeta ha titulado Este cuento se ha acabado. Pero no, Luis Miguel, mientras haya aliento, habrá poesía. El volumen se subtitula Poesía reunida (2014-1977). El poeta ha querido que el lector progrese en sentido inverso al tiempo, del presente hacia el pasado, recorriendo el camino que va de Tres inhalaciones (2014) a Variaciones (1977), aquel sorprendente libro juvenil. En esa ruta inversa son 22 los mojones con los que va gozosamente tropezando el lector. Casi a libro por año. Y lo que venga, porque, pese a título tan conminatorio, Este cuento se ha acabado, al poeta de Olleir no se le ha terminado el resuello lírico.
Repaso el índice y de algún modo me veo reflejado en él, pues la mayoría de los libros hallaron acomodo en Filandón. Evoco textos que dejaron en mí profunda huella: Cáncer de invierno (1998), por ejemplo, que nos sumerge en abismos de dolor y muerte, Mortajas (2009) y Fantasía del cuerpo postrado (2010), impregnados de tristeza, soledad y muerte, al igual que A la que falta (2013), sobre la ausencia definitiva de la madre.
Mi lectura actual tiene algo de paradójica, pues a la lectura inversa se sobrepone la primera, realizada a medida que los libros iban apareciendo, de modo que si antes caminaba del amor al dolor ahora voy de este al amor que tematizaban Palabras para Obdulia (1985) o Libro de citas (1993).
Este cuento se ha acabado se rodea el calor y el entendimiento de otras plumas. En el prólogo, Gamoneda traza una carta cordial, con «verdades» poéticas y aserciones como la que propone que el poeta vuelva, si quiere, a su sufrimiento, pero «para convertir tu sufrimiento y convertirte a ti mismo en sílabas transparentes». Por su parte, Sánchez Santiago traza «Cinco maneras de convocar la intensidad», indagaciones de su entendimiento de la poesía de Rabanal. En el epílogo, la fiel compañera del poeta, J.M. Romero, también poeta, nos regala trémulas palabras de amor y cuidados de cada día. El conjunto es una fiesta a la que todos quedamos invitados.