Diario de León

poesía

Una larga mañana luminosa

en un jardín de signos Eugenio García Fernández Grupo Palimpsesto, colección De Sastre. 74 páginas.

Publicado por
josé enrique martínez
León

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E ugenio García Fernández es un poeta de nuestra tierra, un excelente poeta que escribe con un «irrenunciable sentido del rigor», atento a las sensaciones como punto de partida, tal como se configuraron en un libro primoroso, Una magia menor (1998), la magia de las cosas menudas, de lo leve y efímero expresado con transparencia y belleza. Los años transcurridos hasta la aparición del nuevo poemario, En un jardín de signos , no fueron años de silencio para el poeta que, ajeno a los dictados de la publicidad y de las modas pasajeras, fue organizando los signos de un jardín que delimita con lucidez en unas palabras finales que nos hablan de la conjunción de brevedad y observación de la naturaleza, de la elección del jardín de la infancia como espacio fundacional en consonancia con un tiempo cíclico, de las posibles lecturas del poema-libro, el más unitario que ha escrito, con una misma atmósfera emocional y una tonalidad «sostenida y armónica» que en general ofrece «una visión luminosa». El poeta propone otra posible lectura de su poemario como un diario de sensaciones, éstas, en efecto, solo como punto de partida.

El último de los poemas, a modo de poética, representa una reivindicación de la poesía en su más alto sentido: frente a la estética de lo feo, el poeta propende a la celebración de la belleza, de lo luminoso, del tiempo que cíclicamente nos torna al jardín perdido: «Ser fiel a la mirada, / agradecer la luz / e ignorar ciertos códigos, / conforma, a qué negarlo, otra poética».

Aunque dividido en secciones, se impone la unidad del poemario en esta reseña, ya breve. El título, En un jardín de signos , insinúa que la realidad referencial aboca a un sentido simbólico. La sensación es solo el punto inicial del vuelo. La primera sensación es la del color vivo de las alas de las mariposas, que impresionan la retina del recuerdo. En esas alas sorprendemos la poética de lo leve, lo frágil, lo fugaz, lo delicado hasta casi desvanecerse en la inmaterialidad. Acaso sólo el poema pueda apresar ese instante casi en huida, como es la pretensión del haiku japonés. Pero sea la viveza del color, la frescura del rosal o la fuerza del viento, el poeta desecha oscuras premoniciones para celebrar lo luminoso. Una palabra puede sintetizar sensaciones y anhelos: «vuelo», que implica levedad, ascensión, aspiración, altura...; puede también simbolizar los empeños de esta poesía en su persecución de la belleza.

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