Diario de León

poesía

Con un pie en tierra y otro en la barca que se va

oración de la negra fiebre Miguel Paz Cabanas Eolas, León, 2015. 64 pp.

Publicado por
josé enrique martínez
León

Creado:

Actualizado:

L os premios a su obra novelística o la lectura de las Memorias de un cabrón consentido nos harían ver a Miguel Paz Cabanas como narrador únicamente; pero hay momentos que parecen necesitar de la poesía para mostrarse desnudamente ante el lector; esos momentos suelen provenir de experiencias del dolor. Algunos de los más grandes poemas de nuestras letras han brotado, en efecto, del dolor por la muerte del familiar o el amigo muy querido, caso de las Coplas de Manrique, la elegía a la muerte de su hijo Carlos Félix, de Lope de Vega o en el siglo XX, la de Lorca por la Muerte de Sánchez Mejías y la de Hernández por la de Sijé. En el caso de Miguel Paz tal experiencia es personal, es el dolor anímico y físico real, el dolor del cuerpo y del alma del que uno ha salido antes del ahogo final. Lo diré con palabras de Alberto R. Torices: «Un día de finales de invierno, el hombre que firma este poema sintió un extraño malestar y acudió al médico. Horas más tarde ingresaba en un hospital y asistía a la pérdida progresiva e imparable de la movilidad y del control de su cuerpo... Perdió el habla y descendió al sótano o infierno de los cuidados intensivos... Treinta interminables días convertido en ataúd del propio sacrificio». Pero esto es la prosa, y Miguel Paz quiso cantar en verso el dolor desde el mismo momento en que entra en el box blanco y helado, como él dice, y el mundo, de repente, se le transforma en otro en el que hay enfermeras, médicos, camillas, largos pasillos, pacientes, con análisis, sondas, punciones y otras agresiones al cuerpo postrado e indefenso: «La noche empuja sus muros y avanza»; «Hay témpanos súbitos que amenazan el alma». Inevitablemente surge la pregunta: ¿Por qué yo? «Por qué / entre todos?». Brota la pregunta porque, si el cuerpo está sometido por la fiebre y el dolor, la mente está despierta y construye figuraciones, aunque estas estén pobladas de lápidas y sombras y el enfermo se vea «con un pie en tierra y otro en la barca que se va».

En sus análisis de la poesía de Garcilaso, Dámaso Alonso deponía sus armas estilísticas porque no podían explicar el estremecimiento que sentía ante sus versos, aunque fuera escrita siglos antes; lo mismo cabe decir de la poesía de Paz Cabanas, una poesía directa que siente y hace sentir el dolor verdadero metido en las entretelas del cuerpo y del alma. Él escribió en una ocasión que «escribir es siempre enseñar el alma, especialmente en poesía».

tracking