Diario de León

poesía

Por las rutas inciertas de los mares

POESÍA (1995-2014) Manuel Ballesteros Renacimiento, Sevilla, 2015. 590 páginas.

Publicado por
josé enrique martínez
León

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E n otra ocasión escribí que la poesía de Manuel Ballesteros (León, 1954) se configura como una serena meditación sobre los motivos esenciales de la existencia: la soledad, el sentido de la vida, el tiempo y la muerte. Lo confirma la lectura de Invitación al viaje (1995), El amanecer de la alabanza (1996), Recuerda a un bosque (2001), Los primeros avisos (2002), Las casas abandonadas (2003) y Al otro lado (2009). El volumen Poesía (1995-2014) recoge estos poemarios y otros dos inéditos hasta ahora, Lectura de la Eneida , escrito en 2005, y Los Misterios del Rosario , en 2014. El resultado es un libro de casi seiscientas páginas de poesía; al tiempo, nos afianza en la idea de que a la generación leonesa que ronda los sesenta le va llegando la hora de reunir su poesía, caso de Llamazares, Ildefonso Rodríguez o Rabanal.

En esta reseña quiero referirme a los dos libros últimos de Ballesteros, pues los demás recibieron ya atención en Filandón. Y empezaré por el último, Los Misterios del Rosario , que si no difiere en el tono de los demás poemarios, ni en la actitud templada del poeta, sí lo hace en el asunto poetizado, una conjunción de devoción y poesía. Ballesteros evoca los cinco misterios gozosos, los de la luz, los dolorosos y los gloriosos: los veinte que componen el monótono rezo del rosario, con tres poemas para cada misterio. Palabras como unción, fervor, oración o fe acuden a la pluma para definir un poemario que supone un impulso para la poesía religiosa, de escaso cultivo en estos tiempos descreídos.

Más interés para mí presenta Lectura de la Eneida , la de la que Ballesteros ofrece una lectura personal, poética, evocadora y meditativa, siguiendo uno a uno los doce libros de la epopeya virgiliana. Quienes conozcan la Eneida disponen de las claves precisas para entender mejor estos poemas de Ballesteros en los que se respira el gozo de la lectura, pero también la meditación pacífica que brota de la lectura: la vida como travesía, por ejemplo, con la incertidumbre del viaje, los riesgos y las dificultades hasta llegar a la costa salvadora. Cada época y cada poeta ha ido reelaborando el tópico a su modo. El poema final evoca la lectura: «Los versos de Virgilio van cayendo / con mucha mansedumbre sobre ti». Tras una dura jornada, la noche y la lectura traen el sosiego y la soñada aventura de arribar, con los héroes virgilianos, a «esa Italia infeliz que siempre huye», porque una cosa son los sueños y otra la realidad.

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