Diario de León

El penúltimo infierno de David Vann

l El autor comparado con Faulker y Melville publica en español ‘Cocodrilo’ . Filandó n «Escribiría sin tener un solo lector» dice el autor de ‘Cocodrilo’, fruto de una durísima experiencia en México. y asegura: «no hay nada en las redes sociales, son horribles y vacías»

David Vann, novelista a contracorriente

David Vann, novelista a contracorriente

Publicado por
MIGUEL LORENCI
León

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A bomina de Estados Unidos, su país natal, donde no piensa volver a vivir. Echa pestes de las redes sociales y le importan un comino las ventas de sus libros y los lectores. Pero sobre los hombros de David Vann (Alaska, 1966) pesa la responsabilidad de ser el nuevo Faulkner. Se le compara con Melville y Corman MacCarthy y se espera de él la gran novela americana. Él va a lo suyo y se mira en Raymond Carver. «Escribo para mí y seguiría si no tuviera un solo lector» dice un risueño Vann, que regresa con Cocodrilo (Random House). Es el penúltimo descenso a los infiernos del descarnado autor de La leyenda del suicida , Tierra o Caribú Island .

«Tras cinco años de silencio tuve que reaprender a escribir» confiesa Vann, que se ofrece su novela al lector español antes que la de cualquier otro idioma. Si la culpa por el suicidio de su padre fue el motor de su novela más famosa, ahora recurre su tapujos a otro episodio de su vida para contar cómo el barco con el que trató de ganarse la vida alternando navegación y clases de escritura creativa, el Grendel , quedó varado y fue casi desmantelado en Puerto Madero, Chiapas. Un infierno dominado por el narcotráfico, la delincuencia, la miseria y la corrupción «en el que estuve a punto de perder la vida».

La peripecia para recuperar la nave es el alma de esta tragedia trufada de humor. «No inventé nada. Fue una locura terrible y divertida. Sobreviví de milagro a piratas, narcos, policías corruptos, ladrones y prostitutas en la miseria más absoluta». Todos trataron de estafarle y sacarle sus escasos dólares. «Tanto, que me llamaron el cajero automático. Me convertí en un ser ficción para ellos» rememora divertido. «Era un paraje durísimo. Volví diez años después y todas las personas que conocí, salvo una, habían muerto» dice sin perder la sonrisa.

No es Vann piadoso con su país. Hace tiempo que puso tierra de por medio. Vive a caballo entre Nueva Zelanda e Inglaterra y no piensa volver. «No me gusta Estados Unidos y no volveré jamás. Es un país loco, violento y fuera de control. Luché durante años sin éxito contra el uso de las armas y su lobby, que causa 12.000 muertes al año, pero ellos ganan siempre», se duele.

una Falsa bondad

«Los americanos creen en su bondad, que su país es una fuerza del bien y de la democracia para todo el mundo, cuando es todo lo contrario. Es un peligro para el resto del mundo que desestabiliza de manera irresponsable», lamenta. «Ni las armas en casa ni el ejército lo hacen más seguro. Las grandes corporaciones no están para ayudarnos, y tampoco somos ciudadanos ejemplares desde el punto de vista medioambiental», arguye. «Estados Unidos es un país de grandes mentiras» remacha. Como su admirado García Márquez, —«una influencia muy real en este libro»— cree Vann que Latinoamérica ha sido el prostíbulo para Estados Unidos. «Compra la droga a México y vende a los narcos armas más potentes que la propia policía. Es terrible», asegura.

«Mi obsesión es el paisaje, que es mi hogar, y el personaje, pero la literatura ha de tener subtexto». Es el consejo recurrente de Vann para sus alumnos y futuros escritores. Todo lo contrario de lo que ocurre en las redes sociales de las que también abomina el escritor, aun sabiendo que no es ventajoso para su proyección. «No hay nada en la redes sociales, son horribles y vacías. No quiero saber qué ha almorzado alguien. Prefiero leer una novela», dice. Cuenta Vann que le echaron de Facbook hace un años «y me alegra». «Me encanta que esa mierda vaya muriendo y desaparezca de mi vida, aunque sea un poco estúpido por mi parte» confiesa. «Hay millones de personas que creen que leen algo y se enfrentan al vacío. Perdemos la capacidad de leer literatura», concluye.

Los libros son para Vann «más importantes que mi vida». «Me preocupan más que mi relaciones con mi familia; más que yo mismo, o lo que se piense de mí. La vida es decepcionante y solo se hace interesante en la escritura», argumenta. «Durante 22 años no tuve lectores. Trabajé en La leyenda del suicida de los 19 a los 29, sin dinero y sin pensar en el lector. Cuando escribo no imagino a lector. Escribo para mí y trato de describir la belleza con un material desconcertante», dice. «Escribo tragedias de inspiración griega; soy un clásico que hace so mismo que se ha hecho en los últimos 3.000 años», resume. La literatura ha sido «mas que terapéutica» para Vann, que ha conjurado los demonios de una familia marcada por locura que acumula cinco suicidios. Diferentes productoras trabajan ya sobre La leyenda del suicida , Caribou Island , y Aquarium , pero Vann Sueña con que un director y un productor español llevarán a la pantalla Cocodrilo , «en español, por supuesto».

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