Diario de León

La leyenda negra de Gutenberg

l La escritora Alix Christie da voz por primera vez al discípulo del inventor de la imprenta. el discípulo de gutenberg Alix Christie Roca Editorial. 400 páginas. 19,90 euros.

marta pérez

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josé oliva
León

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L a escritora norteamericana Alix Christie relata en su última novela, El discípulo de Gutenberg , el nacimiento de la imprenta y, tras consultar archivos y documentación alemanas, desmiente la leyenda negra que pesaba sobre su pupilo, Peter Schoeffer, a quien se atribuyó haber robado el invento.

En una entrevista a su paso por Barcelona, Alix Christie señala que le interesó escribir una novela sobre los orígenes de la impresión porque ella misma fue aprendiz en la imprenta de su abuelo y ha trabajado como tipógrafa, y ese interés se renovó cuando leyó un artículo en 2001 sobre nuevas investigaciones respecto a los tipos que había utilizado Gutenberg. «Ahí descubrí una historia que, como periodista, no podía dejar escapar».

Para Christie era un reto «escribir una novela sobre un personaje como Gutenberg, a priori tan conocido, pero cuando descubrí la existencia de Peter Schoeffer, discípulo del inventor de la impresión, sí tuve intriga por saber más de la época». Todos los personajes de El discípulo de Gutenberg (Roca Editorial) son reales, remarca la escritora estadounidense, «excepto la chica de la historia de amor con Peter, pero el resto, todos, participaron en la creación de la famosa Biblia de Gutenberg.

Aunque desconocido por el gran público, de Peter Schoeffer existe mucha documentación, advierte Christie: «Gozaba de un gran éxito profesional como escribano en París cuando su padre adoptivo, Johann Fust, un rico comerciante y librero, le pidió que regresara a Maguncia, su tierra natal, y allí entró a trabajar a las órdenes de Gutenberg».

A medida que su habilidad con la máquina crece, también lo hace su admiración hacia Gutenberg y su dedicación a uno de los proyectos más atrevidos de su maestro, la realización de copias de la Biblia, pero las dificultades mecánicas y el poder aplastante de la Iglesia Católica amenazan su trabajo.

«Peter sufrió como el hijo que está en medio de un divorcio y debe escoger entre el padre y la madre, y para él decidir entre la relación de genio creativo que comparte con Gutenberg y la relación paternofilial con Fust tuvo que ser forzosamente muy dolorosa y desgarradora».

La novela, asegura Christie, «da por primera vez la voz a Peter Schoeffer, a quien nadie había escuchado hasta ahora y es el punto de vista jamás contado, sin embargo resulta interesante, porque fue el primer gran maestro impresor, fue el fundador de la Feria del Libro de Fráncfort y creó el mundo de la impresión como lo conocemos hoy».

Las investigaciones de los últimos 30 años han descartado la idea romántica de que Schoeffer y Fust eran lo malos que habían provocado la pobreza de Gutenberg. «Quería escribir este libro para romper esa idea falsa de que Gutenberg era el bueno y los otros los malos, porque, de hecho, Gutenberg acabó su vida con grandes honores y no en la pobreza».

Christie considera que «aunque Gutenberg fue un gran inventor y emprendedor, más un genio mecánico que artístico, para aquella primera Biblia de 1.200 páginas necesitó de un equipo, el capital de un inversor y alguien con el talento y la habilidad de un escribano, como era Schoeffer, que diseñó los tipos metálicos y la disposición en la hoja». Además, Schoeffer «es un personaje interesante desde el punto de vista actual, porque estaba a caballo entre el viejo mundo de los escribanos y el mundo moderno que se abre con la imprenta, un tránsito similar al que hoy vivimos actualmente con la irrupción del mundo digital».

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